MÉXICO.– “El miedo no anda en burro”, reza el conocido refrán popular, y parece aplicarse perfectamente al dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, quien fue visto caminando por las calles de Polanco en la Ciudad de México acompañado por nada menos que 14 escoltas.
Trajeados de negro y con rostros mal encarados, estos hombres custodiaban al priista como si se tratara de una figura en peligro inminente. Pero, ¿qué tipo de amenazas enfrenta realmente “Alito” para necesitar un despliegue tan imponente de seguridad? El episodio ocurrió a plena luz del día, cuando Moreno Cárdenas se dirigía desde el lujoso hotel Intercontinental en Campos Elíseos, donde había almorzado, hasta las oficinas de la Fundación Colosio, ubicadas en la avenida Julio Verne.
Un trayecto de apenas tres o cuatro calles que, según algunos observadores, no justifica una escolta tan numerosa. Comentarios no faltaron sobre lo exagerado de la escena: “Con dos escoltas bien entrenados le hubiera bastado”, señalaban algunos testigos, mientras veían al dirigente caminar rodeado de su séquito.
La imagen de “Alito”, rodeado de seguridad como si temiera por su vida, no ha pasado desapercibida. La pregunta se vuelve inevitable: ¿De qué o de quién tiene miedo ´Alito´ Moreno? El uso de 14 escoltas en un recorrido tan corto parece más una táctica para proyectar poder o atraer atención que una verdadera necesidad de protección.
¿Acaso Moreno Cárdenas, cuya imagen ha sido señalada por los escándalos de corrupción y el debilitamiento del PRI, necesita de estos despliegues para recordarle al público que aún ostenta relevancia? O quizás, detrás de esos escoltas, se esconde un líder que se siente vulnerable.
La Fundación Colosio, destino de su caminata, no es más que un reflejo de la decadencia del PRI. Un partido que, bajo la gestión de Moreno, ha perdido gran parte de su influencia en el escenario político nacional. La misma fundación, que en tiempos pasados fue un bastión de la ideología priista, hoy se encuentra alicaída, reducida a un cascarón vacío de lo que alguna vez representó. La imagen de un dirigente resguardado como si caminara por un territorio hostil, pero dirigiéndose a una institución que ya no tiene el peso que alguna vez tuvo, genera una sensación de ironía. ¿Es ese el reflejo de un líder que se siente acorralado? No se puede olvidar que “Alito” ha estado envuelto en diversas controversias desde que asumió la dirigencia del PRI.
Su gestión ha sido señalada por traiciones internas, pactos a espaldas de sus correligionarios, y una notoria caída del partido en las últimas elecciones.
