MÉXICO.- Las abejas, pequeñas pero poderosas guardianas de la vida, se enfrentan a una crisis silenciosa que amenaza la estabilidad de los ecosistemas, por ello, nuestra supervivencia. La Organización de las Naciones Unidas ha lanzado una alerta alarmante: el 40 por ciento de los polinizadores invertebrados, incluidas las abejas y las mariposas, están en peligro, principalmente debido al uso indiscriminado de pesticidas. Esta advertencia, respaldada por expertos como Tonatiuh Alejandro Cruz Sánchez, académico de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, debería sacudirnos de la apatía.
La apicultura no es solo una tradición milenaria; es una actividad económica vital que sostiene a miles de familias, especialmente en las zonas rurales. En México, alrededor de 45 mil apicultores, en su mayoría ubicados en Campeche, Yucatán y Quintana Roo, producen anualmente unas 60 mil toneladas de miel, de las cuales se exporta más de la mitad, generando ingresos millonarios.
Además, la polinización mediante colmenas se ha convertido en un servicio indispensable para la agricultura en estados como Sinaloa, Chihuahua y Coahuila, donde se utilizan unas 140 mil colmenas para asegurar la producción de alimentos vegetales.
Cabe recordar, de que el 80 por ciento de los alimentos que consumimos dependen de la polinización que realizan estos incansables insectos: desde el aguacate, ese “oro verde” tan preciado en nuestro país, hasta frutas como el melón, la fresa y el mango. Pero su labor va más allá de llenar nuestros platos; las abejas son fundamentales para la regulación de los ecosistemas, promoviendo la reproducción de más del 90 por ciento de las especies florales silvestres.