CAMPECHE. – Ya en los tiempos de la sucesión, el nombre que sonaba fuerte en Campeche para suceder en la gubernatura era Roberto Sarmiento Urbina, secretario de Gobierno en el gabinete de Fernando Ortega.
Era la versión que circulaba en la clase política campechana: Fernando no quería que Alejandro fuera su sucesor, y se estaba decantando por Roberto.
Alito se enteró –pues tiene ojos y oídos en todos lados– y se molestó. No estaba dispuesto a que le “comieran el mandado”. Y así hecho a andar un plan.
Si bien nunca hubo ruptura entre Fernando Ortega y Alito, sí se dio un distanciamiento, su relación se enfrió con el tiempo. Pocos meses antes, Alejandro y su esposa Christelle Castañón Sandoval tuvieron un bebé, y Alito le habló al gobernador campechano para pedirle una cita, pero no de trabajo, sino más bien algo más familiar, solo para que sus familias se saludaran.
Fernando aceptó e invitó a Alito y su familia a que comieran y platicaran en su casa, un domingo, día relajado y sin actividades oficiales.
Luego de un almuerzo, en un movimiento rápido, Alejandro puso en brazos de un sorprendido Fernando, a su bebé. Y le espetó: “nadie mejor que tú para ser padrino de mi hijo”. Por la sorpresa, el gobernador casi tira al bebé, y se lo pasó a su esposa, Adriana Hernández Hoffmann; ya no se pudo negar, dadas las circunstancias y el momento, y aceptó.
La nota en los medios fue que el “bueno” para la silla de Campeche, era Alito. Una jugada magistral, que le resultó al todavía líder nacional del PRI.
26 de enero en 2014 fue el bautismo de primogenito de Alejandro Moreno
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— Campeche HOY (@CampecheHOYmx) 17 de junio de 2022