El motivo inicial del retraso lo informaría el capitán de la aeronave de Viva Aerobús (famosa por sus frecuentes retrasos): “Una de nuestras aeronaves sufrió un impacto de un rayo por la mañana, y eso retrasó nuestras secuencias”.
Mejor no hubiera dicho nada el piloto, dijeron algunos ya a bordo del avión.
Luego, el retraso se incrementó por otras tres horas, debido al mal tiempo en la Ciudad de México. Dijo el piloto: “Están demorando las salidas; hay fuerte lluvia en la Ciudad de México y nos vamos a retrasar otro poco. Ofrecemos una disculpa”.
Y el retraso siguió. El piloto salió de su cabina a informar que había 120 aviones antes solicitando aterrizar en la capital. AMLO, tranquilo, comentaba que no pasaba nada, que los héroes y próceres de la Patria vivieron tiempos más difíciles, porque ni coches siquiera había.
Cinco horas antes, López Obrador fue despedido en el aeropuerto por el gobernador Alejandro Murat. “El Presidente electo está llamado a ser el Presidente del sureste, con especial énfasis en Oaxaca, se lo agradecemos”, le dijo, luego de recibir el documento de las acciones que emprenderá para Oaxaca, que serán por casi 35 mil mdp para 2019.
En la sala de espera, el mandatario electo no pareció sufrir ni acongojarse con la demora.
Aprovechó para mirar en una tienda de artesanías algunos alebrijes y le llamó mucho la atención un pequeño avión de madera, pintado de colores.
Lo tomó y lo movió con la mano como si en realidad volara. El niño que todos llevamos dentro.
Luego, se sentó a tomar un café, el cual ya no le costó nada. Ante la demora, la aerolínea obsequió como consolación un vale de 150 pesos para consumir alimentos en cualquier local del aeropuerto.
Durante su espera, López Obrador charló a gusto con sus colaboradores, se le vio hablando por teléfono, y concedió tomarse selfies con los demás pasajeros que padecían la demora y trabajadores de la terminal aérea.
Este ha sido el primer retraso de su vuelo desde que es Presidente electo. Una hora y media por la aerolínea, dos por la tormenta.