Al pensar en las criaturas que viven bajo el suelo de un jardín, seguramente la mayoría de nosotros pensará en criaturas viscosas, que se arrastran o vuelan, que suelen tener una estructura anatómica sumamente peculiar pero, por encima de todo esto, de tamaño más bien reducido.
Y qué fortuna que sean pequeños, pensarán otros más, pues esas mismas características hacen que algunas personas los encuentren repugnantes, terroríficos o al menos poco agradables.
De ahí también que cuando descubrimos insectos que exceden nuestras expectativas no sepamos cómo reaccionar, si con asombro o con miedo, si elogiando a la naturaleza por sus creaciones o admirándola desde una distancia segura.
Las imágenes que acompañan esta nota muestran al Achatina achatina, nombre científico del caracol terrestre más grande del mundo, al que coloquialmente se conoce como caracol gigante de África, caracol gigante de Ghana y caracol tigre. Dicha nomenclatura, por cierto, proviene de la palabra en griego antiguo para “ágata”, misma que alude a los colores de la concha del animal.
Este molusco terrestre (que, vale la pena remarcar, no debe ser catalogado como insecto) puede crecer hasta los 30cm de longitud, con una concha de 10cm de diámetro. Como su nombre indica, es natural de ciertas regiones de África, en especial de las costas del oeste del continente, en países como Sierra Leona, Togo, Ghana, Nigeria y Costa de Marfil, entre otros.
Se trata, por supuesto, de una especie inofensiva, salvo quizá por su elevada capacidad de proliferación, lo cual la puede convertir rápidamente en una plaga cuando es introducida en hábitats que no le corresponden. En este sentido, quizá debería agradecerse que no sea como el raro caracol carnívoro de Nueva Zelanda, del que hemos hablado antes.
Las imágenes, por último, son obra de Adrian Kozakiewicz, quien se presenta a sí mismo en redes sociales con el singular título de “uno de los mayores criadores de insectos en Europa”.