En un cambio notable, el presidente Donald Trump desistió ayer de su retórica agresiva hacia Corea del Norte al indicar que está dispuesto a negociar.
Además, exhortó a Pyongyang a llegar a un acuerdo.
En su primera jornada en la península coreana, el magnate presionó a Pyongyang para que abandone su plan armamentista nuclear, y se dijo confiado, que al final, todo se resolverá. Se mostró más partidario que nunca de gestionar las crecientes tensiones mediante la diplomacia.
"Tiene sentido que Corea del Norte se siente a la mesa y llegue a un acuerdo que sea bueno para la gente de Corea del Norte y para el mundo", dijo Trump durante una rueda de prensa junto al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. "Sí veo algo de movimiento".
Trump dijo que ha visto "mucho progreso" en relación a Corea del Norte, aunque no llegó a decir que quisiera conversaciones diplomáticas directas.
El mandatario también destacó las opciones militares de Estados Unidos, señalando que en la región se habían desplegado tres grupos de portaaviones y un submarino nuclear. Sin embargo, señaló que "Dios mediante, esperamos que nunca tengamos que emplear" las opciones militares.
En un banquete por la noche, Trump dijo que "mañana (será) un día emocionante por muchas razones que la gente descubrirá", pero no entró en detalles. Durante su primer día en Corea del Sur, Trump bajó el tono tras comentarios más agresivos sobre Corea del Norte. No hubo amenazas de desatar "fuego y furia" sobre el país, como advirtió el presidente en una ocasión, ni se mencionó el apodo peyorativo de Trump para el dictador norcoreano, "El hombrecillo de los cohetes".