México no tiene fiscal general de la República, fiscal anticorrupción, ni fiscal especializado en delitos electorales.
Un encargado de despacho está al frente de la PGR y, según la oposición, no cumple con los requisitos y experiencia para ejercer el cargo. Mientras la sociedad civil exige una #FiscalíaQueSirva, el Senado tiene entrampados los nombramientos que darían vida a la nueva fiscalía general.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tiene una mancha de origen. Hace un año, las bancadas en el Senado se repartieron los magistrados: tres para el PRI, dos para el PAN y uno para el PRD, y nombraron como presidenta de consenso a una magistrada impulsada por el gobierno de la Ciudad y el perredismo capitalino.
Para darle viabilidad al acuerdo, tuvo que forzarse una reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial que amplió el periodo del cargo a cuatro magistrados.
En el año que lleva de ejercicio, la nueva Sala Superior del TEPJF ha emitido una serie de sentencias polémicas; algunas que dejan sin castigo conductas cuestionables por parte del Poder Ejecutivo, legisladores y partidos políticos, y otras que contradicen acuerdos con los que el Instituto Nacional Electoral pretendía darle certeza al "proceso electoral más grande de la historia".
En ese contexto, árbitros, jueces y fiscales están a prueba.
¿Cuál debe ser el perfil ideal que deben cumplir los responsables de estas instituciones?
'El buen juez por su persona empieza con templanza'
Un juez debe ser una persona capaz de mantener la templanza en medio de un terremoto, advierte el abogado argentino Miguel Rodríguez Villafañe.
Personaje fundamental en la historia jurídica de su país, debido a que detuvo y extraditó a Alemania a Josef Schwammberger, uno de los cinco criminales nazis más buscados en la década de los 90, Rodríguez Villafañe asegura que los jueces tienen un papel fundamental en la sociedad, porque son los personajes que pueden equilibrar a los poderes y garantizar a los ciudadanos de a pie el ejercicio de sus derechos.
Esta importante labor, indica, los obliga a ser independientes y valientes, y a actuar con templanza, pues sus decisiones están sujetas a presiones de todo tipo y tienen repercusiones en la economía, la política y la sociedad.
"No obstante, para el abogado estas cualidades son insuficientes si los juzgadores son incongruentes y carecen de calidad moral. "Si no tienen firme eso (estatura moral) es para no dormir", advierte.
El constitucionalista, no titubea cuando se le cuestiona sobre los factores que le restan certeza a la labor de los jueces: "que no actúen conforme a Derecho, lo que manda la ley y, como lamentablemente está pasando en Argentina y en otros lados, dejarse llevar más por oportunidad política o por lo que llaman 'políticamente correcto'".
En su opinión, el trabajo de un juez debe estar acompañado del desempeño de fiscales, responsables ejercer acciones punitivas en representación de la sociedad.
"Una cosa es que se detenga a un ladrón, y otra cosa es que se justifique que lo linchen y hasta que lo maten. Esta justicia por mano propia no cabe, el sistema debe tener una claridad moral y una entidad jurídica que esté por encima de la lógica de venganza… en última instancia, el Poder Judicial es el que también ha puesto la calma social", apunta. Es claro respecto al papel que debe jugar un juez en la sociedad: "es el personaje que le da razón de ser al Estado de Derecho".
'El árbitro debe ser justo'
Bonifacio Núñez Vega responde cuando se le pregunta sobre las virtudes de un árbitro: "debe reunir cualidades morales, intelectuales, físicas y técnicas. Y, para completar, debe ser valiente, que no es lo mismo que valentón".
Un lustro como árbitro en el futbol amateur, dos décadas en el circuito profesional y 11 años como comentarista deportivo permiten al Boni perfilar al árbitro ideal.
"En sus cualidades morales, el árbitro debe tener espíritu de justicia, ética, espíritu de superación, querer mucho a su profesión. Debe tener cualidades físicas; no puede ser árbitro si no se cuida, si no entrena, tiene que aguantar los 90 minutos. Intelectuales: debe tener educación, debe saberse las reglas como el Padre Nuestro, pero ser inteligente para saberlas interpretar y aplicarlas con criterio. Un árbitro debe saber dirigirse al jugador, entenderlo; leer libros de psicología. Tiene que ser inteligente, saber cómo convencer al jugador para que se meta dentro de las 17 reglas. El arbitraje engloba muchas cosas".
Aprendió en esos años que el juez no debe arbitrar para la tribuna, ni para los jugadores. Debe arbitrar para el juego.
Otra, que el árbitro tiene una gran ventaja: las reglas del juego. Y debe recurrir a ellas para hacerse respetar, y tomar medidas.
"El árbitro tiene que saber, no intuir; percatarse del comportamiento de los jugadores. Y debe saber usar el lenguaje adecuado. Su mejor arma es su criterio. El árbitro tiene que convencer, tiene que saber usar monólogos tajantes determinantes, con base reglamentaria. Muchas ocasiones, el árbitro puede no ver una jugada, pero tiene que convencer y no vencer. Y, dentro de ese convencimiento, cuidado: si se presta al diálogo, y lo pierde, no podrá usar las tarjetas. Debe saber con qué jugadores se puede hablar y con cuáles no".
El árbitro, añade Núñez, debe tratar de preservar su imagen incólume, intachable, tener un comportamiento ejemplar dentro y fuera de la cancha.
"El árbitro debe saber dónde tomarse un vaso de agua, un vaso de leche, un vaso de Coca Cola y dónde puede tomarse un whiskey, pero además, con quién".
El árbitro debe entender que no es él solo, que es una figura pública, y que puede equivocarse.
Nadie sabe lo que sufre el llamado "hombre de negro" cuando regresa a casa al terminar un partido.
En los árbitros, El Boni percibe falta de preparación, ausencia de instructores y carencia de filtros como los que él tuvo que sortear para llegar a los máximos circuitos.
El Boni no habla de política. Cualquier parecido con la realidad política es mera coincidencia.
'Libertad, autonomía y oficio hacen al fiscal'
Al detective Malasuerte lo corrieron de la Secretaría de Seguridad Pública de Tijuana por hacer su trabajo. Un día, este policía pelirrojo detuvo una camioneta con placas americanas, y descubrió que en ella era trasladado un alijo de armas y droga. Pero Malasuerte se metió con las personas equivocadas y, lejos de recibir un premio, fue echado de la corporación. Después de eso, emprendió una exitosa carrera como detective privado.
Hilario Peña (Mazatlán, 1979) creó a Malasuerte como un detective romántico.
Desde su especialidad como narrador, el sinaloense define así los atributos de un fiscal ideal:
"Un buen investigador, por supuesto, debe tener cierto oficio, cierta preparación. El policía debe tener cierto compromiso con su papel de servidor público. También debe tener pruebas y, para ello, necesita de la voluntad de los testigos que puedan ayudar a la construcción del caso".
"El detective es una especie de solucionador de acertijos, cuenta con una cierta preparación que le permite intuir cuáles son las principales causas del delito, y es muy raro que pueda equivocarse. Debe tener mente fría, porque cuántas veces no pasa que, ante el primer indicio de algo que crees conocer, te abalanzas sobre ello. Por eso, primero que nada, a pesar de todos los conocimientos criminológicos, se requiere no calentarse ante la primera sospecha.
Finalmente, en el mundo idílico de la ficción creada por Hilario Peña, un policía debe gozar de libertad y autonomía.
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Con información de Agencia Reforma.