A Luis Ernesto Derbez se le ve relajado, pero convencido de que puede ser Presidente de la República. Toma un trago de su cerveza y habla de hacer y no sólo ser; explica qué ventaja le da tener 70 años y advierte que el peligro para México es que los jóvenes no salgan a votar.
¿Para qué quiere ser Presidente?
Porque veo a los otros aspirantes y sólo dicen que quieren ser, pero no dicen qué quieren hacer.
¿Usted qué quiere hacer?
Ése es el punto: yo sí tengo idea de qué hacer. Por ejemplo, la principal preocupación es la inseguridad y la respuesta es crear una policía digna. Este gobierno y el de Felipe Calderón sacaron al Ejército a la calle, pero nadie se preocupó de cómo hacer una policía verdaderamente digna.
¿Cuánto debe ganar un policía en México?
Veinticinco mil pesos mensuales y estoy hablando a nivel municipal.
¿Qué tipo de Presidente necesita México?
Un Presidente que entienda que no puede gobernar solo, que va a tener que cogobernar, que va a tener que escuchar lo que digan los demás. Que su plan de gobierno tenga ideas de otros grupos, porque tenemos que responder a lo que requiere México. Y México es mucho más que los partidos políticos.
Cuando habla de cogobernar, ¿se refiere al Ejecutivo o también al Legislativo?
Primero, se tiene que aprender a cogobernar el Ejecutivo. Una cosa que debe aprender el próximo Presidente es que quien obtenga el triunfo tiene minoría, lo que obtiene como triunfo es la mayor minoría. Por lo tanto, debe integrar otras minorías para formar gobierno.
¿Y las diferencias entre los grupos o los partidos?
Dejemos de lado las diferencias. Por ejemplo, el aborto, tema en el que no coinciden PAN y PRD, hay que dejarlo de lado en este momento. Veamos lo central: inseguridad, desarrollo económico, empleo, oportunidades para todo el mundo.
Pero el aborto es clave para ambos partidos, ¿qué plantearía?
¿Cómo se puede tener la menor cantidad de abortos? Si hay la menor cantidad de embarazos. ¿Qué se requiere para que bajen? Educación sexual adecuada en diferentes niveles para los jóvenes y acceso a los medios que permitan el control de embarazos.
¿Se puede lograr un cogobierno PAN-PRD?
Sin duda. Ganar la elección es el primer paso, lo importante va a ser cogobernar, y para eso se necesitan dos cosas: el programa común y cómo definir el gabinete. Traer a la mejor gente y que no la puedas correr, para evitar lo que vimos con el fiscal de delitos electorales.
¿A quién le gustaría integrar?
Lo que tenemos que hacer es definir las funciones correctas para cada puesto. El presidente de la República tiene solamente dos funciones: una es representar a México en las relaciones internacionales y la otra, ser el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Quitando eso, lo demás lo podemos compartir.
Antes de hablar de plan de gobierno, ¿cómo se derrota a Ricardo Anaya para lograr la candidatura?
Haciendo lo que estamos haciendo: un frente fuerte, unido, con una definición concreta, lo cual va a obligar a una validación de quien quiera que sea el candidato. Anaya arranca con ventaja, sin duda, lleva dos años. Pero el frente tiene una gran virtud: rompe el control que alguien pueda tener de un partido. Ricardo no tiene el control total del PAN.
¿El PAN es ahora mismo un partido democrático al interior?
No, pero el frente será democrático por obligación, no necesariamente por devoción.
¿Qué pierde el PAN con la salida abrupta de Margarita Zavala?
Un 3 o 4 por ciento de la votación total.
¿Y qué pierde Margarita sin el PAN?
Pierde el otro 26 por ciento. El problema de Margarita es que se precipita. El error más claro de Margarita fue no haberse acercado conmigo y los otros precandidatos para trabajar juntos.
¿Usted qué tan panista es?
Tan panista como que empecé a los 17 años, pero soy un panista atípico porque he pasado prácticamente 25 años fuera de México. Una de las cosas que me perdí dentro del panismo fueron todas estas luchas y convulsiones internas por cuestiones ideológicas.
¿Qué le dio el vivir fuera de México?
Estar fuera, trabajando en 20 o 30 países como funcionario del Banco Mundial, me dio una visión muy distinta de la problemática, la manera de resolverla y, algo que es muy importante, de cómo se percibe el mundo.
¿Se puede ganar una elección sin ser un populista?
Estoy convencido de que sí, los mexicanos estamos hartos de que nos cuenten cuentos y después veamos la realidad.
¿AMLO o el PRI son un peligro para México? El mayor peligro para México es que la gente no salga a votar. Ése es el verdadero peligro: la decepción de mucha gente, particularmente los jóvenes, que podrían creer que no vale la pena ir.
¿Estaremos mejor con López Obrador?
Andrés Manuel va a querer gobernar México como el PRI lo gobernaba en los 70. El subsidio, el Estado benefactor, el Estado impulsor, todas esas cosas que no van a hacer a México Venezuela, sino Bolivia. Andrés Manuel sería como Evo Morales.
¿Cómo ve a José Antonio Meade?
José Antonio sería un excelente gobernador del Banco de México. Nuestro país está en riesgo de cometer un error fundamental: José Antonio es la persona correcta para sustituir a Agustín Carstens, tiene todas las credenciales, Pero se quiere empujarlo en la dirección equivocada: no va a ser un buen candidato.
¿Se considera audaz?
Tan audaz como que tomé la decisión de lanzarme y todo el mundo me dijo que estaba loco. Dije: "Yo tengo un pequeño capital político, ¿para qué lo guardo? Me lo gasto de una vez y voy".
Como rector, ¿qué aprendió de los jóvenes?
Que hay que tomar riesgos, hay que tener esperanza en el futuro, hay que modernizarse en el uso de la comunicación y hay que romper protocolos. Tenemos que ser parejos todos.
¿Cómo cerraría usted la brecha generacional?
No tengo, porque llevo ocho años platicando con ellos todos los días, yendo con ellos, bailando con ellos. En mi último discurso de graduación, les dije: "tienen que indignarse al punto de tomar el control de México en sus manos, ustedes son los que lo pueden manejar". Yo represento al presente y al pasado, ellos el presente y el futuro, necesitamos embonar los dos para que tengamos un futuro común que cambie esta nación.
En caso de ser postulado, usted sería uno de los candidatos de mayor edad. ¿Es una ventaja o desventaja?
Me da una gran ventaja, porque lo que estoy diciendo es lo que voy a hacer. Para mí, ésta es la última etapa como político. No estoy construyendo cosas para dejárselas a nadie más, mis hijas tienen su vida hecha, no tienen ninguna necesidad. Cuando termine esto no estaré buscando que mi esposa sea presidenta de la República. Quiero dejar un buen país para mi vejez, para cuando cumpla 90 años.
¿Cuándo se piensa jubilar?
¡Nunca! Si no me pienso retirar es porque concuerdo con un amigo mío que dice: retirarse es empezar a morir.
¿Le preocupa la muerte?
No, no me angustio porque ya me tocó, en lo personal, sentir lo más doloroso de la muerte, que es la muerte de un hijo. El hecho de que haya perdido una hija porque no hubo forma de solucionar la situación médica me hizo enfrentarme a la muerte desde una perspectiva muy distinta. Perder a un hijo de 27 años obliga a darse cuenta de la maravilla que fue tener a la persona, de la importancia de que recordemos que todos los días que vivimos, efectivamente, pueden ser el último, que todos vamos en esa dirección y, por lo tanto, no hay que preocuparse tanto de la muerte, sino de cómo vivimos la vida.
¿Cuál quiere que sea su epitafio?
"Fue diferente".
'Lo que cuento parece real'
En medio de la guerra contra el narcotráfico, la novela negra se consolida como referente de la literatura mexicana. Uno de sus autores principales, Élmer Mendoza, explica por qué el auge.
"Lo que yo cuento parece real, pero no es real".
Élmer Mendoza (Culiacán, 1949) es un reconocido escritor de novela policiaca, pero no es un periodista. Tampoco es un analista político o un especialista en seguridad. Ni siquiera es un crítico de la guerra contra el narco.
El también llamado "jefe" de la narcoliteratura mexicana no pretende dar lecciones de moral, ni decir qué hacer o qué no hacer para combatir al crimen organizado.
Pero sus novelas, como Asesinato en el Parque Sinaloa -que acaba de publicar bajo el sello Literatura Random House-, sí retratan al narco, la guerra y la violencia.
"Nosotros, los escritores de novelas policiacas o negras, somos los que señalamos la podredumbre social, la impunidad, la debilidad de los gobiernos, y la forma en que la gente se acomoda a vivir su circunstancia. En el caso de México, el problema de la no aplicación de las leyes o que la justicia puede ser comprada", comenta.
Asesinato en el Parque Sinaloa es la quinta entrega de la zaga del detective Édgar El Zurdo Mendieta, un policía con vicios y virtudes, con semejanzas y contrastes respecto del prototipo del policía mexicano del siglo XXI.
La novela transcurre en Los Mochis y, como en todos los relatos de Élmer Mendoza, en sus páginas habitan sicarios, mujeres hermosas, jefes de plaza, políticos corruptos y otros personajes del mundo real… aunque ninguno es real.
"Los escritores de novelas policiacas o novelas negras contamos lo que está pasando, lo que estamos viviendo, y ojalá que en los jardines perfumados donde está el poder reflexionen sobre eso y digan: 'algo tenemos que hacer por estos 50 millones de mexicanos pobres que no tienen ninguna maldita esperanza de salir de ahí'", dice.
Con información de Agencia Reforma.