Julieta jamás pensó que la noche del jueves aparecería en Loma de Caballo sin poder ver, en medio de la oscuridad, manoseada por tres sujetos y golpeada. Iba a ser violada.
Ella tomó un taxi en la esquina de Ruiz Cortines y Usumacinta. Abordar un taxi con numeración 9000 sería su peor error.
Le hizo la parada y pidió un servicio a Paseo de la Sierra. Como es parte del modus operandi, el chofer accedió. Una vez a bordo de la unidad señaló que una calle más adelante dejaría a uno de los usuarios. Eso nunca sucedió.
"Me sentí un poco incomoda porque iba rodeada de hombres, pero me reconfortó que uno de los usuarios le pagó al taxista, eso me relajó, porque quien que está a punto de asaltar a un taxi va a pagar su pasaje, nadie hace eso. El taxi siguió de largo por Ruiz Cortines y cuando estaban a punto de llegar a Europlaza me preocupé. Comenzaron a verse y el de atrás sacó una navaja. Pensé que me iban a violar", expresó la joven.
A Julieta la llevaron a pasear por todo el Periférico de la ciudad, le revisaron todo, su bolso y pantalón, e incluso uno de los asaltantes en más de una ocasión le tocó las piernas, pechos y partes íntimas. Hablaban de violarla y dejarla tirada, eso asegura, fueron las palabras más fuertes que había escuchado en toda su vida. Rogó porque no lo hicieran, e incluso les dijo que en su tarjeta contaba con tres mil pesos, los cuales fueron a retirar, y una vez hecha la operación y concretado el robo, la llevaron hasta Loma de Caballo, en donde la rociaron con gas pimienta, la tiraron al suelo y ahí se quedó hasta que una patrulla de la Gendarmería la rescató de en medio de la nada.