La desecación de la Cuenca de México es uno de los problemas de mayor urgencia en la capital del país, pues la extracción de agua del subsuelo agrava los hundimientos de terreno y aumenta el riesgo sísmico en la urbe.
De acuerdo con el “Análisis de vulnerabilidad física a la subsidencia, hundimiento y fracturamiento de la Ciudad de México” realizado por la UNAM, se debe redefinir las zonas de riesgo sísmico con los datos obtenidos en los últimos años.
En el estudio se confirmó que hay zonas de la Ciudad como Tláhuac, o Xochimilco, donde el hundimiento de terreno ronda los 30 centímetros al año, algo inusitado en estudios geológico de todo el planeta.
Dora Carreón, especialista de la UNAM en fracturamiento geológico explicó que en los años setenta del siglo pasado se decretó una veda de pozos de agua en la zona centro de la Ciudad. La extracción del agua se trasladó a la zona oriente, que es la más afectada por los hundimientos de terreno en la actualidad.
“Un fenómeno que hemos identificado como detonador del fenómeno de fracturamiento es la extracción de agua subterránea.
“Tenemos la política (del gobierno federal y local) de seguir extrayendo agua subterránea tenemos que considerar este parámetro como un factor disparador de las fracturas. Mucho está concentrado en la zona oriente de la ciudad”, estableció Carreón.
La especialista recalcó que el análisis dado a conocer debe servir para “una redefinición de riesgo sísmico en estas zonas en particular”.
Existen algunos tipos de fracturas que se forman en las áreas de contacto entre las zonas de sedimentos lacustres y volcanes.
“Esto se origina principalmente en el borde de la Sierra de Santa Catarina de Iztapalapa y en Tláhuac; en la parte norte de la Sierra del Chichinautzin, en Xochimilco.
“Además en las delegaciones Cuauhtémoc y Benito Juárez que forman parte de dos fallas geológicas muy grandes (Mixhuca y Copilco), esto apenas lo estamos documentando, pero es evidente”, puntualizó la especialista de la UNAM.
Tras dar a conocer el Análisis, la información fue integrada al Atlas Nacional de Riesgo elaborado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres.
Ahí se puede consultar a nivel de calle por dónde cruzan las fracturas geológicas.
Carreón recalcó que las fracturas inician a profundidades de hasta 500 metros y afloran en el terreno, sin embargo, la urbanización llega a cubrir las señales de su existencia.
Con información de Excélsior