Cada establecimiento en la isla vende el kilogramo de tortilla al precio que quiere, simplemente no hay un control desde que se desintegró la Unión de Molineros y tortilleros de la isla, dijo Manuel Maldonado, quien explicó que también el asunto del subsidio no se aplica como antes. En algunos sectores de la ciudad el kilogramo de este producto está en 18 pesos, otros lo venden a 19 pesos y los más osados en 20.
Mencionó que esa desunión dio pie a un anarquismo total en el sector industrial, que se refleja inclusive en la mala calidad del producto que se expende, porque muchos usan la llamada harina de maíz o maseca y, salvo algunas tortillerías, que de manera particular lograr abastecerse de maíz para la preparación del nixtamal, la mayoría fabrica tortillas de harina de maíz, lo que deja de ser nutritivo.
Sí bien es cierto que las tiendas de autoservicio expenden el kilogramo de tortilla a precios más económicos, incluso a 10 pesos, el producto es de mala calidad.
Señaló que muchas personas que se dedican a vender tortilla en las colonias se abastecen en las tiendas grandes, compran a 8 pesos y venden a 18. “Por eso muchos negocios han cerrado, porque no hay control, amén de que hay gente que vino de otros lugares del país, se expandieron y pusieron cadenas de tortillerías”.
Según la versión del entrevistado, la desunión del gremio vino a ser el acabose de los negocios, ya no pelean el subsidio que antes les daba el gobierno, y aunque sigue siendo un negocio que da para vivir, también es cierto que hay que batallar mucho para ello.
Precisó que por lo menos, cinco establecimientos venden tortillas de calidad, son los que trabajan de manera directa con maíz para fabricar masa fresca y elaborar el producto.
“Quizás hayan sentidos que han aumentado sus costos porque de otra manera no les redituaría el negocio, porque tienen que gastar gas, agua y personal para preparación del nixtamal, mientras que otros solamente recurren a revolvedoras con harina de maíz.
Finalmente, señaló que la Procuraduría Federal del Consumidor no interviene en los precios porque a nivel nacional el costo de la tortilla esta liberado, pero es una industria que no tiene control ni en calidad ni en precios, porque no hay quien vigile el funcionamiento y la unidad de quienes se dedican a la actividad.
Mencionó que esa desunión dio pie a un anarquismo total en el sector industrial, que se refleja inclusive en la mala calidad del producto que se expende, porque muchos usan la llamada harina de maíz o maseca y, salvo algunas tortillerías, que de manera particular lograr abastecerse de maíz para la preparación del nixtamal, la mayoría fabrica tortillas de harina de maíz, lo que deja de ser nutritivo.
Sí bien es cierto que las tiendas de autoservicio expenden el kilogramo de tortilla a precios más económicos, incluso a 10 pesos, el producto es de mala calidad.
Señaló que muchas personas que se dedican a vender tortilla en las colonias se abastecen en las tiendas grandes, compran a 8 pesos y venden a 18. “Por eso muchos negocios han cerrado, porque no hay control, amén de que hay gente que vino de otros lugares del país, se expandieron y pusieron cadenas de tortillerías”.
Según la versión del entrevistado, la desunión del gremio vino a ser el acabose de los negocios, ya no pelean el subsidio que antes les daba el gobierno, y aunque sigue siendo un negocio que da para vivir, también es cierto que hay que batallar mucho para ello.
Precisó que por lo menos, cinco establecimientos venden tortillas de calidad, son los que trabajan de manera directa con maíz para fabricar masa fresca y elaborar el producto.
“Quizás hayan sentidos que han aumentado sus costos porque de otra manera no les redituaría el negocio, porque tienen que gastar gas, agua y personal para preparación del nixtamal, mientras que otros solamente recurren a revolvedoras con harina de maíz.
Finalmente, señaló que la Procuraduría Federal del Consumidor no interviene en los precios porque a nivel nacional el costo de la tortilla esta liberado, pero es una industria que no tiene control ni en calidad ni en precios, porque no hay quien vigile el funcionamiento y la unidad de quienes se dedican a la actividad.
