Las sacudidas de la tierra tiraron al Ángel de la Independencia de su pedestal en Reforma; es un recuerdo que persiste entre quienes vivieron aquel temblor del 28 de julio de 1957. Verlo tirado en el suelo, la cabeza rota y desprendida del cuerpo, su monumental torso dorado sin brazos, fue traumático. Cuando aquel símbolo nacional de siete metros de alto y siete toneladas de peso se hizo añicos, el orgullo nacional fue herido profundamente.
El Ángel cayó en la oscuridad de la madrugada. La ciudad -entonces, con cuatro millones de habitantesdespertó con el sismo de 7.8 grados de magnitud. Muchos salieron a las calles, asustados. Eran las 2:43 de la mañana de un domingo. El epicentro se registró en Acapulco, Guerrero.
Fue horas más tarde que se descubrió la magnitud de la tragedia. El Ángel de la Independencia, la Victoria Alada, no había sido lo peor. En la colonia Roma, en la esquina de Frontera y Álvaro Obregón se cayó un edificio. Había doce familias ahí. Tan sólo ahí se recuperaron 33 cuerpos. El reporte final fue de 700 muertos y 2 mil 500 heridos.
Se cayó el techo de la nave central del Mercado de la Merced, que se estaba construyendo en aquel año. Doce cines donde los capitalinos acudían a divertirse sufrieron daños estructurales, por lo que fueron cerrados.
Sin embargo, hubo también daños cuantiosos en otras zonas del país. En Chilpancingo, Guerrero, una de cada tres casas se vino abajo. En Acapulco, el mar se alejó de la costa unos 30 metros, para volver con fuerza en un tsunami que golpeó la costa de esa ciudad. En aquella ocasión el pueblo mexicano también hizo gala de su generosidad y donó víveres, agua, sangre y trabajo para ayudar a quienes resultaron más afectados. El Ángel de la Independencia volvió a su pedestal un año después, y fue reinaugurado el 16 de septiembre de 1958. Exactamente 48 años después de que la inaugurara Porfirio Díaz en 1910, con motivo del Centenario de la Independencia del país.