Sin todas las comodidades que puede ofrecer un restaurante fijo, ni los inconvenientes de los tradicionales puestos de tacos, surgió el movimiento de los negocios food trucks, que venden alimentos preparados a bordo de vehículos rodantes. Algunos son ejemplo de gran creatividad, no sólo en el arte culinario, sino también en el diseño gráfico de sus unidades móviles, y en la presentación de sus alimentos como estrategia para atraer clientela.
“Somos atractivos porque ofrecemos la comida callejera moderna, pero hemos evolucionado del puesto de tacos de la esquina; somos muy prácticos para los eventos. Tenemos productos de buena calidad a precios accesibles y en tiempos cortos”, afirma Bernardo García, fundador de la Asociación Food Trucks Monterrey y propietario de la unidad Diablo Philipino.
La oferta de estos negocios es de lo más variada, pues se puede encontrar desde hamburguesas, paninis, hot dogs, ensaladas y tacos, hasta platillos internacionales, mariscos o especialidades como espadas de pollo, costillas de puerco, sin faltar los que ofrecen postres.
Actualmente no hay una organización que aglutine a este tipo de negocios a nivel nacional. Sin embargo, los emprendedores de cada estado han optado por agruparse en pequeñas asociaciones conectadas por redes sociales en las que se organizan para acudir a eventos, establecerse en algún punto y difundir sus ubicaciones y la oferta de sus alimentos.
En la Ciudad de México, por ejemplo, la Asociación Mexicana de Food Trucks señala que está integrada por 50 establecimientos itinerantes de comida; la organización Foodtrucks DF calcula que son más de 300 las unidades que trabajan en la capital del país; en Guadalajara el boom de estos negocios llegó a conformar hasta 18 parques de remolques y en Monterrey hay 180, de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos (Canirac).
Teniendo una unidad, ya sea un camión o vagoneta, la inversión mínima para establecer uno de estos negocios es de 40 mil pesos y varía de acuerdo con las características que se le quieran adaptar al vehículo.
De Estados Unidos a Monterrey
Algunas fuentes remontan el concepto a más de 150 años de distancia (1866, en Estados Unidos), cuando el ganadero Charles Goodnight, obligado a realizar una larga travesía desde Texas hasta Nuevo México, llevó en una carreta todo lo necesario para la preparación de alimentos, según se necesitara en el camino y para dar de comer a los ganaderos en sus arreos de rebaños.
Con información de El Universal