Julio César Moreno obtuvo su libertad en el 2014, se ordenó su recaptura y anda prófugo; Ricardo Hernández es el único que permanece preso en el Creset, mientras que Javier Noverola nunca apareció. El juez Gilberto Melquiades Díaz libró la boleta de libertad a Soto Vidal, quien salió a las 09:45 horas a bordo de un auto particular de su padre del Centro de Internamiento de Menores, en donde ingresó a los 17 años y salió a los 25, siendo ya un adulto.
El día de mañana, 8 de septiembre, habría cumplido su condena de ocho años, pero Magistrados del Tribunal Colegiado en Materia Penal y del Trabajo hicieron efectiva la ley de ejecución de los menores y ordenaron su inmediata libertad.
A Marco Iván se le juzgó por los delitos de homicidio calificado, violación y robo, cometidos en agravio del político y ex rector de la Universidad Tecnológica (UT), José Francisco Fuentes Esperón, de su esposa Lilian Argüelles Beltrán, así como de sus dos menores hijos José Francisco y Fernando Fuentes Argüelles de 13 y 8 años de edad, respectivamente.
'Con nada se repara el daño'
Por su parte, Luis Felipe Hernández García, abogado de los familiares de las víctimas, lamentó que de acuerdo a la ley, ya no se pueda tener privado de su libertad a Soto Vidal.
"En la cuestión sentimental, ninguna pena sería suficiente para resarcir un daño moral de esa naturaleza", precisó.
Aclaró que a los deudos nunca les interesó la cuestión económica, sólo que el responsable de los hechos fuera castigado conforme a la ley que le impuso el juez, y que no tienen previsto irse por la vía civil para la reparación del daño.
A su vez, el fiscal general del Estado, Fernando Valenzuela Pernas, dijo que a Soto Vidal se le investigó y castigó de acuerdo a la ley especial de los menores.
Irrumpieron y asesinaron
José Francisco Fuentes Esperón, murió sabiendo quienes eran sus asesinos. Los conocía. Uno era su vecino Marco Iván Soto Vidal, el otro Ricardo Hernández, vigilante de la privada; y el tercer implicado Julio César, amigo de los otros dos. Javier Noverola nunca apareció.
El magnicidio sucedió el 5 de septiembre del 2009, en el domicilio de las víctimas, ubicada en la privada Tucanes de la colonia Primero de Mayo.
Los jóvenes brincaron una barda, buscaron la puerta trasera, entraron a la residencia, caminaron hacia la recámara de los niños. Ahí amarraron con cinta de pies y manos al menor de 13 años José Francisco, y también le taparon ojos, boca y nariz. Se enfilaron a la recámara principal. Ricardo Hernández disparó con un revólver calibre .38 a Fuentes Esperón, quien estaba acompañado por su esposa Lilian, y Fernando, su otro hijo de 10 años de edad.
La mujer, de 39 años de edad, fue encontrada semidesnuda, con los ojos y la boca cubiertos con cinta gris, y un cordón en el cuello. Su muerte fue provocada por dos disparos con arma de fuego hechos a corta distancia. Los dos hijos fueron hallados en el baño de su recámara, atados de pies y manos. Ambos murieron "por asfixia por sofocación".