Un video en el que un auto Ferrari dorado deslumbra a paseantes en el principado de Mónaco irrumpió en la red social de Whatsapp en México. En las imágenes de menos de un minuto, un hombre barbado, con camiseta anaranjada a rayas verdes, aborda el auto de la marca italiana. Se sienta en el sitio del copiloto y no parece incomodarse mientras lo graban con celulares.
Consciente de que es visto y grabado, el conductor maniobra un juego con las puertas de la cajuela. La admiración crece. Luego, el Ferrari arranca y se pierde entre las colinas de Montecarlo. Quien toma el video grita: ¡Felicitaciones!
¿Quién es el hombre que aborda el Ferrari dorado? Al descubrir las imágenes en sus celulares, algunos usuarios de Whatsapp pronto indicaron que podía tratarse de José Carlos Romero Durán, hijo del Senador Carlos Romero Deschamps, dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM). El mismo fenómeno ocurrió en Brasil. Allá, identificaron al del Ferrari de oro como Luis Carlos Lula da Silva, hijo del ex Presidente sentenciado a casi una década de prisión por delitos de corrupción.
México y Brasil se hunden cada vez más en el Índice de Percepción de la Corrupción de la organización Transparencia Internacional. Nuestro país, que apenas inauguró un Sistema Nacional Anticorrupción (sin haber logrado tener fiscal). se desplomó 28 posiciones, del sitio 123 al 95 de 168 países analizados. En la nación de Lula, el hombre que se propuso abatir la pobreza, la investigación de hechos de corrupción ha llevado a la parálisis política, el colapso del mercado bursátil y hasta una crisis constitucional. En el Índice aparece en el número 40.
Así que ante la imagen del Ferrari bañado en oro, en las calles de Montecarlo, cada quien, en su país, pensó en su propio personaje.
En México, no resulta difícil asociar un Ferrari dorado con el primogénito del senador Carlos Romero Deschamps, un hombre acaudalado al que jamás se le ha podido entablar un juicio en contra. La vida pública de él y sus descendientes ha estado equiparada con la ostentosidad. En 2005, su primogénito pagó casi ocho millones de dólares por los dos departamentos de “ultralujo” en la torre The Bath Club de Miami, y en 2013, apareció con un Enzo Ferrari de edición limitada, cuyo valor es de dos millones de dólares (unos 25 millones de pesos).
En la última década, el sindicato de los petroleros ha recibido en las manos del senador Romero Deschamps más de mil 600 millones de pesos por conceptos como la celebración del 18 de marzo, el 1 de mayo, así como viajes y la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo.
Para no decir qué hace con el dinero público que recibe, Romero Deschamps ha entablado una ardua batalla legal en contra de cualquiera que se haya animado a investigar o simplemente, preguntar cuál es el destino de los millones de pesos públicos que recibe. Desde que en 2002 se expidió la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, de las instituciones que reciben recursos públicos federales, el STPRM es de las que más trabajo le ha brindado a los juzgados.
El STPRM ha promovido más de 47 demandas de amparo en contra de peticionarios ante el INAI Petróleos Mexicanos no brinde ningún dato sobre el dinero que le entrega. Y aunque desde mayo de 2016 está obligado por ley a responder a solicitudes de información, la agrupación sindical más poderosa de Latinoamérica continúa con su resistencia. No ha dado respuesta a una sola petición.
El “Pemexgate” es un ejemplo de ello. Si bien ese acontecimiento ocurrió en 2000, catorce años después todavía están pendientes algunos juicios de amparo para no responder una pregunta básica: ¿Cuál fue el detalle de tal transferencia?
En el mundo hay pocos autos Ferrari. Están en manos de príncipes o boxeadores. En 2014, Riyadh Al-Azzawiun, campeón mundial de boxeo deslumbró a los peatones de Londres con su dorado Ferrari 458 Spider. Se trata de un boxeador iraquí quien además de gastar las 200 mil libras esterlinas que cuesta el vehículo (más de 4 millones 354 mil pesos mexicanos), invirtió otras cuatro mil libras (más de 87 mil pesos mexicanos) en una capa vinílica. Hay varios videos de este coche mientras permanece estacionado frente al gimnasio donde el pugilista entrena. Parece un lingote de oro.
Turki Bin Abdullah, un veinteañero multimillonario de Arabia Saudita, adueña una colección de autos Laborghini Huracán, Bentley, Tolls Royce, Mercedes G63 y Aventador también bañados en oro. Los pasea por Londres, Inglaterra.