La raza de perro Xoloitzcuintle ha llegado y se pasea por las calles de varios países que los han arropado, incluso en Rusia.
La representación de un dios, un manjar culinario, y una guía a las almas en su camino al descanso eterno en la época prehispánica, el Xoloitzcuintle ha sido un fiel testigo de la historia del México, y que hoy es celebrado y codiciado en todo el mundo.
Su origen es muy antiguo, se cree que es del estado de Colima, sin embargo se llegaron a encontrar vestigios en Oaxaca, Guerrero, la zona maya y en Centroamérica, narra la criadora de xoloitzcuintles Ana María Rivera.
En entrevista con Notimex explica que la raíz del nombre está compuesta por la palabra “Xolotl”, que hace referencia al dios del mismo nombre, además de “Itzcuintli”, que significa perro o paje, por lo que podría significar el perro o el servidor del Dios Xolotl, detalla.
De acuerdo a un reportaje publicado recientemente, Ricardo Forastieri, director del Criadero de Xoloitzcuintles, habla del tema con una emoción que quisiera transmitir a todos los mexicanos que se precien de serlo, de tener en este can una rica veta de historia, cultura y antropología.
“Imagínate que hoy está caminando por las calles en Moscú, en París, un pedazo de nuestra historia, verdadero, el único que heredamos nosotros los mexicanos como parte de nuestro legado cultural e histórico”, dice.
Durante su charla con los reporteros de Notimex y previo a una sesión fotográfica con los perros “Papalote Caliente”, “Famoso por Caliente” y “Horror Caliente”, Ricardo Forastieri resalta la importancia que para él representa hablar de los Xoloitzcuintles.
“Imagínate que tan importante es que una pirámide estuviera viva y que pudiera estar representándonos en todo el mundo”, asevera con orgullo de tener en el perro de la raza Xoloitzcuintle, a la que le ha dedicado los últimos 25 años de su vida.
Por eso habla con pasión y pide que como mexicanos se entienda que es “una herencia que recibimos y tenemos que cuidar muchísimo, una herencia que recibimos que tiene que tomarse en cuenta como legado histórico, pero como patrimonio en nuestro país”.
En ese sentido, también refiere que durante los últimos seis años “estuvimos trabajando muchísimo en ese tenor, tratando de conseguir que el Xoloizcluintle tuviera un reconocimiento por parte del país para hacerlo legado cultural”.
Forastieri indica que enfrentaron “muchísimas barreras” y aunque recibieron el apoyo de algunos funcionarios en estos seis años no han logrado que el Xoloitzcuintle sea reconocido como patrimonio cultural de México, “el problema está en nuestras cuestiones legales”.
Pero también habla con cierta frustración, pues mientras que en México no se ha logrado que el Xoloitzcuintle sea reconocido como patrimonio cultural, en Argentina se le tiene en gran estima y qué decir de Perú, que sí logró ese reconocimiento.
“Nos lo hurtaron”, dice entre broma y serio al referirse a que los peruanos lograron que el Xoloitzcuintle, que allá se conoce como el perro pelón peruano, fuera reconocido como patrimonio cultural, y en ese sentido reconoce que los peruanos sí fueron inteligentes.
Desde esa perspectiva, señala que la aparición hace unos tres mil años del perro Xoloitzcuintle tiene sus orígenes en Mesoamérica, concretamente en los estados de Colima, Nayarit y Jalisco y que por la naturaleza de sus amos, emigró hacia el sur del continente.
Por eso, para él es inconcebible que los peruanos decidieran adjudicarse la raza como perro pelón peruano “y la tienen protegida a nivel nacional, para poder salir un Xoloitzcuintle debe extenderse un certificado, le dieron un valor impresionante”.
La difusión del Xoloitzcuintle como un perro ancestral ha crecido, pues recuerda que hace 25 años, incluso en la Ciudad de México, “andando con mis Xolos en las exposiciones, la gente me preguntaba qué raza era, imagínate, que tan poco común era la raza”.
Su labor como criador y a raíz del éxito del equipo de futbol Xoloitzcuintles de Tijuana, México se erige como el país con más perros de esta especie, pero su proliferación ha crecido, principalmente en Europa.
“Hoy, después de México, el país con más Xolos en el mundo es Rusia, y después sigue Suecia y después hay muchos países se está integrando la raza”, señala Forastieri con orgullo al citar que todos ellos o por lo menos un buen número, tienen alguna relación con México.
No obstante, lamenta que para los europeos, el Xolo sea visto de otra forma, “el problema es que para ellos lo tienen como algo exótico, algo novedoso, pero sin ese valor que tiene para nosotros los mexicanos, nuestra identidad cultural, nuestro arraigo”.
“¿Qué es lo que pasa”? Se pregunta y de inmediato responde “que por moda y por vender perros se cruzan con muchas otras cosas, porque los perros tienen un valor comercial y además en esta situación de Xolo el gen pelón es un gen muy dominante”.
Por esa razón la proliferación, pues “puede cruzar un Xolo con un chihuahueño y te sale en chihuahueño pelón, puedes cruzarlo con un pastor alemán y te salen pastores alemanes pelones, lo que quieras, te va a salir un perro pelón”.
En su consideración, esta condición generó que la proliferación de Xoloitzcuintles empezara a hacerse por comercialización y por popularidad, y de esa forma comenzara a crecer la raza de manera desmedida en otros países.
“Luego tuvimos problemas con nosotros mismos como mexicanos, en donde muchos de los mexicanos que están dedicados a la raza, ni siquiera se preocupan de críalo, se preocupan por venderlo y lo venden en cantidades estratosféricas”, lamenta.
Entonces, desde su apreciación, lo que pasó es que también se empezó a desvirtuar, “porque estaban vendiendo perros pelones, pero no Xolos”, y es que no se estableció de inicio un seguimiento para su crianza no se cerraron puertas al desvirtúo.
En síntesis, para Ricardo Forastieri, el Xoloitzcuintle es más que una raza de perro, es emoción, cultura, sentido nacionalista, “me siento mexicano, estoy orgulloso de mi país”.
En México, con la población más grande de Xoloitzcuintles, tiene un promedio de 750 perros que se registran anualmente, en tanto que Rusia registra entre 25 y 300 ejemplares cada año y los de Suecia son un poco menos, pero no tan distante a los rusos.
Señala que México debe tener en los últimos 10 años un registro de unos 12 mil perros Xoloitzcuintles, en tanto que Rusia debe tener alrededor de ocho mil 500, y las cifras de Suecia, el tercero en importancia no están lejanas.
El Xoloitzcuintle, cuyo significado es “piel de niño” o “piel tersa”, se da en estatura miniatura, mediana y estándar, con colores rojo, negro y blanco. Predomina el negro en tanto que el rojo nace uno por cada 400 de otros colores.