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25 noviembre, 2024

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De perfil violento, padres de niños envenenados en Caso Agraz

Los exámenes psicológicos practicados al matrimonio de Mireya Agraz y Leopoldo Olvera -padres de los tres niños que murieron envenenados por su madre en la colonia San Jerónimo Lídice- en el juicio de guarda custodia concluyeron que ambos son violentos, aunque de forma diferente y estaban enfrascados en una lucha de poder, de acuerdo con peritos del Instituto de Ciencias Forenses del Tribunal Superior de Justicia capitalino.

Siete denuncias por abuso sexual infantil presentó Mireya contra su esposo Leopoldo.

La prueba señala que ambos tienen trastorno de personalidad. El examen realizado a Leopoldo concluyó que “es una persona entusiasta, que se deja llevar por las emociones del momento llegando a actuar en forma impetuosa y aventurada sin pensar claramente en las consecuencias”.

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Los resultados, vertidos en la resolución donde la Juez 11 de lo Familiar suspende la patria potestad a Mireya Agraz y concede la guarda custodia de los niños a su exesposo señala que a éste le producía ansiedad la desintegración de su familia, “especialmente por las acusaciones en su contra que lo hacen sentirse impotente para resolver la situación”.

Arroja que “es reservado e introvertido y establece interacciones sociales distantes y limitadas”. También advierte: “No se encontraron elementos que indiquen un trastorno de la sexualidad”.

Pese a que se le informó a Leopoldo que al concluir su valoración no podía establecer ningún contacto con la evaluadora, este se presentó buscando información sobre su examen.

En tanto que, el examen practicado a Mireya reveló que “tiene saturación cognitiva, debido a que persigue sus objetivos con vehemente intensidad… objetividad actuando de forma caprichosa con el fin de lograr sus objetivos”.

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Trata de mostrarse afable para obtener la comprensión y aceptación. Es inmadura y fantasiosa, experimenta indefensión ante la indiferencia percibida en los demás, por lo que está atenta ante sus reacciones para ver si logra el afecto esperado”. “Sus emociones y comportamientos son cambiantes y superficiales, tiende a ser intolerante lo que la lleva a experimentar frustración cuando la cosas no resultan como ella desea”.

La psicóloga Rocío Estela Orozco detalla que “la reacción que Mireya describe al presenciar la agresión sexual sobre su hijo no tiene lógica, además, no manifestó emoción al narrar los hechos”.

Finalmente, los estudios determinaron que los niños – dos gemelas de seis años y un menor de nueve– no sufrían violencia sexual, pero sí familiar provocada por la mamá.
 

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