El Ayuntamiento de la ciudad italiana de Turín ha elevado a 1.527 los heridos, tres de ellos en extrema gravedad, después del infierno que se vivió anoche en la Piazza San Carlo, donde unos 30.000 seguidores de la Juventus se habían congregado para ver en una gran pantalla la final de la Liga de Campeones. La policía precisa que los heridos son 1527 y que se ha abierto una investigación por falsa alarma de bomba. La mayor parte de los heridos están ya en sus casas tras pasar por el hospital. Unos ocho se encuentran en grave estado, y de ellos tres en condiciones muy críticas, en coma farmacológico. Se trata de un Niño de siete años y medio, de origen chino, con traumatismo craneoencefálico y torácico, una joven de 26 años y una señora de 38 años que sufrió un infarto.
El drama se inició después del tercer gol del real Madrid. La dinámica de los hechos fue reconstruida por la policía tras escuchar a varios testigos. Todo comenzó con la explosión de un petardo, que no fue particularmente fuerte y solo se escuchó en una parte de la plaza. Pero fue suficiente para que muchos se asustaran y alguno gritara «atentado». El pánico se extendió ante el temor de un ataque terrorista. La psicosis de alarma de bomba fue amplificada cuando se cayó una barandilla a la entrada de un parking subterráneo, situado a 50 metros de la explosión, lo que generó un fuerte ruido. También la gente que se encontraba en esa zona comenzó a correr desencadenando el caos.
Heridos por cristales
Algunos testimonios son dramáticos: «Me caí y me pasaron por encima al menos cincuenta personas; no sé cómo pude resistir», manifestó un joven. «La gente gritaba que había explotado una bomba y que evacuáramos la plaza; todos huían entre gente caída en el suelo, sangre y botellas de cristal rotas», afirma otro testigo. La plaza se evacuó en pocos minutos, pero diversas avalanchas en diversas partes de la plaza crearon el terror. El escenario fue como si hubiera pasado un tornado. Muchos cayeron al suelo y se produjeron heridas con los cristales de botellas que cubrían completamente el suelo. Esto demuestra que el plan de seguridad fracasó, lo que ha suscitado duras críticas. Según la ordenanza municipal no está permitido introducir botellas de cristal en manifestaciones públicas. Pero en la plaza había incluso vendedores abusivos de cervezas, con muchas botellas de un litro. Al final la plaza se convirtió en una especie de alfombra de cristales.
En el caos, muchos niños se perdieron. A las once de la noche la plaza estaba completamente vacía, pero pasada más de una hora se estaba buscando aún a los padres de una docena de niños que se habían quedado solos y perdidos tras la gran fuga. Los nombres de los niños se escuchaban por la megafonía y al final pudo llegar para todos los niños el abrazo de los padres y el suspiro de alivio.