CAMPECHE, CAMP. Detrás de cada cirugía de emergencia o tratamiento contra el cáncer en el estado, existe un “ejército” silencioso de químicos y biólogos que este año libró una batalla invisible. No se trata solo de recolectar sangre, sino de evitar que una donación se convierta en una tragedia. Durante el 2025, el Centro Estatal de la Transfusión Sanguínea (CETS) aplicó un blindaje de 130 mil estudios de laboratorio, garantizando que ni una sola unidad contaminada llegara a las venas de los campechanos.
Ante esto, Virginia Peña Hernández, directora del CETS, reiteró que la cifra no fue menor, ya que cada análisis tuvo el objetivo específico de detectar y descartar amenazas letales. El proceso de tamizaje permitió identificar unidades con VIH y sífilis, Hepatitis B y C, así como enfermedad de Chagas un riesgo latente en la región.
Este filtro permitió que la red hospitalaria, tanto pública como privada, operara con la certeza de que la sangre y sus derivados (hemocomponentes) eran biológicamente seguros para su distribución.
“Trabajamos para garantizar que cada unidad sea segura y correctamente utilizada”, señaló, enfatizando que el rigor técnico es el único camino para salvar vidas sin riesgos añadidos.
A pesar de la magnitud de la tarea, el desafío no termina con las pruebas de laboratorio. La verdadera seguridad del sistema depende de un factor humano: la donación voluntaria. El compromiso para el próximo año ya está sobre la mesa. El CETS proyecta mantener el mismo nivel de profesionalismo, pero con un enfoque renovado en la cultura de la donación altruista.
Por último, recalcó que el objetivo es que la sangre no solo sea segura después de pasar por el laboratorio, sino que provenga de donantes informados y sanos en escuelas y empresas. Con el cierre de este ciclo, Campeche mantiene su red de abastecimiento blindada, recordándole al ciudadano que, en el momento más crítico de una enfermedad, el sistema de salud tiene un filtro que nunca duerme.

