CAMPECHE, CAMP. El estruendo que solía anunciar las fiestas decembrinas en Campeche se ha topado con una barrera invisible pero firme: la prohibición total. Lo que antes era un secreto a voces entre pasillos —la venta de “cohetes”, “palomitas” y “huevitos”— hoy se ha convertido en un tabú comercial. El mensaje es claro y cuelga en las fachadas de dulcerías y abarrotes: “No vendemos pirotecnia”.
Bajo la sombra del Mercado Principal y en los puntos periféricos, el ambiente es de vigilancia estrecha. Efraín Curmina, administrador de estos centros de abasto, confirmó que la orden de la SEDENA no es una sugerencia, sino un mandato que ya activó una cacería de pólvora en cada rincón.
“Tenemos inspectores supervisando a locatarios y ambulantes. Si se detecta venta, no hay advertencias, nos comunicamos de inmediato con Protección Civil para el decomiso y la sanción”, sentenció Curmina. Hasta el momento, el reporte oficial marca un cero absoluto en detecciones, un fenómeno inusual para estas fechas donde el comercio informal solía “tronar” con fuerza.
Más allá de la vigilancia oficial, lo que destaca es el “muro” que los propios ciudadanos han levantado. El hartazgo por los incendios, el humo y el sufrimiento de las mascotas ha permeado en el sector comercial. Los letreros hechos a mano en las puertas de los negocios no son solo para evitar multas; son una respuesta tajante a la “gente preguntona” que aún busca el peligro entre las bolsas de mandado.
La coordinación entre Protección Civil, Seguridad Pública y hasta la Guardia Nacional está lista para activarse. En Campeche, el que quiera lucirse con pólvora este año, se enfrenta no solo al decomiso de su inversión, sino a una sociedad y una autoridad que, por primera vez en mucho tiempo, parecen estar en la misma sintonía: la fiesta se celebra en paz, o no se celebra.
