CAMPECHE.- La administración municipal de Campeche, encabezada por la alcaldesa Biby Rabelo, atraviesa una etapa crítica marcada por el descontento social ante la proliferación de obras públicas que permanecen sin concluir. Lo que inicialmente se proyectó como una serie de mejoras estructurales para la capital y sus zonas conurbadas, se ha transformado en un obstáculo constante que deteriora la movilidad y la calidad de vida de los habitantes. Esta situación ha dejado de ser una simple molestia logística para convertirse en una crisis de servicios públicos que afecta la rutina diaria de miles de ciudadanos, quienes ven cómo su entorno urbano se degrada ante la falta de resultados tangibles por parte de las autoridades locales.
El impacto más inmediato de esta gestión se refleja en un caos vial que compromete la seguridad de conductores y peatones, especialmente en puntos neurálgicos como la prolongación de la Avenida López Portillo. Las excavaciones abandonadas y la carencia de una señalización adecuada han multiplicado los riesgos de accidentes, creando cuellos de botella asfixiantes durante las horas de mayor afluencia. Esta desatención no solo se limita a las grandes avenidas, sino que se extiende a sectores estratégicos como la calle Niños Héroes en la colonia San Joaquín y la calle 108 en Minas, donde la maquinaria inactiva y los escombros acumulados se han vuelto parte del paisaje, simbolizando una parálisis operativa que afecta el libre tránsito y la paz social.
Aunado a la crisis vial, la deficiencia en el sistema de drenaje pluvial sigue siendo una herida abierta para la ciudad, ya que las inundaciones severas persisten a pesar de las constantes promesas de inversión en infraestructura. Esta problemática se agrava con la ejecución cuestionable de programas como “Bacheo Imparable”, el cual ha sido duramente criticado por la baja calidad de los materiales empleados y por dejar reparaciones a medias en zonas como la calle 12 de la colonia Morelos. El resultado es un círculo vicioso donde las calles recién intervenidas vuelven a presentar daños en poco tiempo, generando un gasto ineficiente de los recursos y daños constantes al patrimonio vehicular de los campechanos que deben sortear baches y calles intransitables.
Más allá del daño material, la parálisis de las obras ha derivado en un problema de salud pública y de estancamiento económico para los pequeños comerciantes de la región.

