CAMPECHE.- María Elena Ríos Ortiz, originaria de Oaxaca, relata el impacto de la agresión que sufrió hace seis años, cuando fue atacada con ácido sulfúrico. Este evento la obligó a enfrentarse no solo a un proceso legal, sino también a un proceso médico, social y psicológico, que considera fueron procesos a los que los propios agresores la obligaron a vivir, dada la inoperancia, violencia y corrupción de las autoridades.
EL ATAQUE CON ÁCIDO SULFÚRICO OCURRIÓ HACE SEIS AÑOS. ¿CÓMO DEFINIRÍA EL IMPACTO INMEDIATO Y LAS DIMENSIONES DE LA LUCHA QUE SE ABRIÓ ANTE USTED A PARTIR DE ESE MOMENTO?
El impacto fue demoledor. El ataque con ácido sulfúrico no solo buscó aniquilar mi cuerpo, sino mi vida entera. Lo que siguió no fue solo un proceso de curación, sino una batalla multidimensional. Me vi obligada a enfrentar no solo el dolor físico, sino también una extenuante ruta legal contra la impunidad, además de complejas travesías médicas, sociales y psicológicas. Para mí, este calvario no fue una consecuencia del destino, sino un castigo que mis propios agresores me obligaron a vivir, agravado por la violencia institucional, la inoperancia y la corrupción sistémica de las autoridades encargadas de mi protección.
¿EL ACTIVISMO FUE UNA DECISIÓN CONSCIENTE O FUE ALGO A LO QUE LA VIDA LA EMPUJÓ? ¿CÓMO SE CONVIRTIÓ EN DEFENSORA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
Yo afirmo con convicción que nadie elige ser activista. La vida misma fue la que me llevó a convertirme en una defensora de los derechos humanos y en una activista por las mujeres. Mi propia experiencia se convirtió en el motor que impulsa mi voz. No fue una elección meditada, sino una imposición de la realidad y la necesidad de buscar justicia ante la impunidad. Transformé mi dolor privado en una lucha pública y organizada, y este motor es el que ahora me da la autoridad para exigir cambios.
USTED CELEBRA LLEVAR SU MENSAJE A LUGARES COMO CAMPECHE. ¿CUÁL ES EL PRINCIPAL OBJETIVO DE ESTAS GIRAS Y QUÉ SIGNIFICADO TIENE PARA USTED LA LEY MALENA?
Mi labor como activista me llena de profunda satisfacción, especialmente al llevar mi mensaje a diversas latitudes de México. Estas giras tienen un propósito vital y estratégico: difundir la relevancia de la Ley Malena. Celebro con orgullo que esta legislación fundamental haya logrado tipificarse en Campeche desde el año 2023. Esto marca un precedente crucial en la protección de las mujeres y es una victoria tangible para todas las sobrevivientes de la violencia extrema que utiliza sustancias corrosivas como arma.
¿PODRÍA EXPLICAR EN DETALLE QUÉ IMPLICA LA LEY MALENA Y POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE PARA LA JUSTICIA EN CASOS DE ATAQUES CON SUSTANCIAS CORROSIVAS?
La Ley Malena representa un cambio paradigmático en la forma en que el Estado debe conceptualizar y castigar estos ataques. Su esencia radica en reconocer la acción de quemar el cuerpo de una mujer utilizando ácidos, sustancias corrosivas, tóxicas o inflamables, no como una simple ofensa de lesiones, sino como una tentativa de feminicidio. Soy enfática en mi argumento: considerar una agresión de tal magnitud como un delito menor ignora la intención de aniquilación y el daño permanente. Exigimos que se reconozca el proceso de muerte lenta al que se somete a las víctimas, por lo que su correcta tipificación es un imperativo de justicia.
EL PROCESO DE ACEPTACIÓN PERSONAL TRAS EL ATAQUE DEBIÓ SER INMENSAMENTE DIFÍCIL. ¿CUÁL FUE SU LUCHA MÁS ÍNTIMA AL PRINCIPIO?
Fue, quizás, una de las batallas más íntimas y dolorosas. Confieso que, en los primeros momentos tras el ataque, me resultaba insoportable enfrentarme a mi reflejo. La imagen que me devolvía el espejo estaba distorsionada por el trauma, llevándome a creer que era un “monstruo” y que estaría confinada a una vida de aislamiento. Esta auto-percepción destructiva era el eco de la violencia machista que busca deshumanizar y silenciar a la víctima.
¿CÓMO LOGRÓ SUPERAR ESA AUTO-PERCEPCIÓN Y CAMBIAR SU PERSPECTIVA SOBRE LO OCURRIDO?
El punto de inflexión llegó cuando logré contextualizar la violencia ejercida contra mí dentro de la realidad sociopolítica de México. Al comprender que la agresión era una manifestación brutal de la misoginia sistémica, me liberé de la carga más pesada: la culpa. Fue entonces que mi perspectiva se invirtió. Entendí que yo no era el monstruo; el verdadero “monstruo” es el agresor que ataca y el aparato estatal, representado por las autoridades, que falla de manera negligente en su deber de proteger y garantizar la seguridad.
SU RELACIÓN CON EL ESPEJO HA CAMBIADO RADICALMENTE. ¿CUÁL ES SU RITUAL MATUTINO DE SANACIÓN Y QUÉ SE DICE A SÍ MISMA?
Hoy, la relación que tengo conmigo misma es profundamente sanadora. Cada mañana, mi ritual incluye mirarme al espejo y prodigarme afirmaciones llenas de amor y reconocimiento. Me digo a mí misma: “Malena, qué bien te ves, qué bien vas avanzando con tus tratamientos médicos, eres muy bonita.” Esta práctica diaria es parte de un proceso consciente de recuperación de mi autoestima y mi identidad.
MÁS ALLÁ DE LO PERSONAL, ¿CÓMO ABORDA SU PROCESO DE SANACIÓN LOS IDEALES DE BELLEZA IMPUESTOS POR LA SOCIEDAD?
Mi sanación trasciende lo individual; se conecta con una afirmación de la belleza ancestral. Reconozco mi hermosura en mis cicatrices, en mis arrugas y en la historia que porta mi piel, desafiando activamente los ideales de belleza hegemónicos que la sociedad impone, como la aspiración a la tez blanca. Este acto de auto-aceptación es un desafío político a los cánones que invisibilizan y demeritan la diversidad de nuestros cuerpos.
HABLEMOS DEL SAXOFÓN, SU COMPAÑERO INCONDICIONAL. ¿CÓMO SE RELACIONA LA MÚSICA CON SU PROCESO DE RECUPERACIÓN MÉDICA Y EMOCIONAL?
El saxofón ha sido un compañero incondicional. Retomar la ejecución no fue un simple pasatiempo, sino una parte fundamental de mi proceso médico y emocional. Tuve que someterme a intensas rehabilitaciones para recuperar la movilidad corporal que el ataque me arrebató, así como a múltiples cirugías reconstructivas para poder abrir la boca lo suficiente y volver a tocar. La música me ha devuelto mi voz creativa.
FINALMENTE, SI TUVIERA QUE ELEGIR UN SOLO ASPECTO DE SU RECUPERACIÓN COMO EL MÁS CRUCIAL, ¿CUÁL SERÍA?
Si bien los procedimientos médicos y la rehabilitación física han sido esenciales, debo subrayar que el aspecto emocional y psicológico ha demostrado ser el factor más crucial y transformador en mi recuperación integral. Mi historia es un testimonio viviente de que la sanación profunda es posible cuando se conjuga la perseverancia médica con la valentía de reconectar con la propia esencia y dignidad.

