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13 diciembre, 2025

PALIZADA

Campeche

PALIZADA SE VUELCA EN ÚLTIMO ADIÓS A KARINA

CAMPECHE, CAMP. Palizada vivió una mañana que dolía: el último adiós a la maestra y regidora Karina Díaz Hernández se transformó en una despedida  que convocó familiares, alumnos, música, rezos y un duelo profundo por un asesinato que sigue sin respuesta. Posteriormente, el cuerpo fue trasladado a la parroquia de San Joaquín, donde se ofició la misa de cuerpo presente.

La comunidad acompañó su cuerpo en una caravana encabezada por la banda de guerra del Cecytec y la unión de pochimóviles, que dejaron de ser transporte para convertirse en escolta de despedida. Era un cortejo que avanzaba como si el pueblo entero estuviera moviendo el féretro con la mirada y los pasos.

El sonido seco de los tambores marcaba el ritmo mientras los motores ronroneaban detrás, formando una hilera tan larga que parecía envolver varias cuadras. Las familias salían a las puertas y levantaban oraciones. Algunos lloraban; otros aplaudían a su regidora. Todos repetían su nombre y pedían justicia. Y sobre la música, el dato imposible de ignorar, Karina fue asesinada por dos hombres en moto que, hasta hoy, no tienen rostro, ni huella, ni un solo detenido.

La caravana llegó primero a la iglesia, donde la misa de cuerpo presente llenó el lugar de incienso, murmullos y un silencio pesado que caía entre cada oración. Ahí comenzaron a escucharse también los violines y una trompeta que se quebraba en algunas notas, acompañando la entrada y salida del féretro. Era una sonoridad que cortaba el pecho; había algo en la mezcla de cuerdas y llanto que hacía imposible mirar hacia otro lado.

PASÓ POR EL KINDER

Después, el cortejo avanzó hacia el kínder Benito Juárez, donde Karina había formado parte de la vida comunitaria y visto a niños convertirse en mayores. El patio estaba decorado con globos y flores rosas y blancas que se mecían con el viento, mientras niños, maestros y vecinos esperaban con el cuerpo tenso y la mirada encendida. Ahí los aplausos fueron más fuertes, como si buscaban empujar un poco de amor en medio de tanto dolor. Se contaron anécdotas breves, se tomaron manos, se abrazaron hombros. Todos sabían que ese sería el último momento de ella en el lugar que tantas veces recorrió viva.

Ya en el cementerio, la despedida alcanzó su punto más crudo. Los violines regresaron, la trompeta volvió a sonar y algunas notas parecían pedir perdón por quebrarse. Las lágrimas de la familia Martínez Díaz no necesitaban traducción; el llanto se mezclaba con las flores y la tierra recién removida. Mientras el féretro descendía, la banda de guerra tocó una última pieza, y por un instante pareció que todo el pueblo contenía la respiración.

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La exigencia de justicia volvió a escucharse ahí, entre sollozos y trompetas. Y quedó flotando sobre las lápidas mientras la caravana se disolvía poco a poco: Palizada no solo despidió a Karina, también dejó claro que no olvidará su nombre ni la forma en que la violencia le arrebató la vida.

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