CAMPECHE, CAMP. La imagen es cotidiana, personas mayores y familias alimentando parvadas de palomas en parques, plazas y andadores. Sin embargo, lo que parece un gesto de bondad es, en realidad, un factor que está desatando una “bomba de tiempo” de salud pública y un daño silencioso al patrimonio histórico de la ciudad.
Jesús Vargas Soriano, el biólogo e investigador de la Universidad Autónoma de Campeche (UAC), lanzó un enérgico llamado a la ciudadanía para dejar de alimentar a estas aves, advirtiendo que esta práctica es el motor del crecimiento desmedido de su población y, consecuentemente, del aumento de riesgos sanitarios directos para las personas.
El problema, según Vargas Soriano, se concentra específicamente en la paloma doméstica o paloma castilla, no en otras aves silvestres. La razón principal reside en sus excrementos, lo cual es un riesgo sanitario, primero porque las heces ensucian bancas, asientos y pisos lo que puede contener parásitos que se dispersan y pueden ser inhaladas o entrar en contacto con la piel.
