CAMPECHE, CAMP. Entre el olor a pibipollo recién horneado, la música, el incienso y las catrinas que desfilaban por las calles, las afueras de la iglesia de la Purísima Concepción volvieron a convertirse en el corazón del Día de Muertos en Campeche.
Miles de personas caminaron por el pueblo para vivir su celebración más emblemática, pero esta atmósfera atrajo a visitantes de otros países, familias locales y turistas nacionales que no quisieron perderse la fiesta. Estos no solo llegaron por la tradicional limpieza de los huesos, sino también por el ambiente de feria que inunda Pomuch: altares coloridos, puestos de pan, música en vivo, antojitos y un magno desfile de catrinas que llenó las calles de risas y lentejuelas.
Durante un recorrido de CAMPECHE HOY, fue inevitable cruzarse con los visitantes que viajaron kilómetros para conocer el festejo. Algunos comentaron que estaban de paso por Yucatán o Quintana Roo, pero al enterarse de la tradición decidieron desviarse del camino y venir a vivirla.
VIAJE LARGO PARA UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Pomuch se volvió un cruce de caminos donde las lenguas se mezclaban con el aroma del pibipollo y el murmullo de los visitantes. Entre ellos, una pareja canadiense apenas logró balbucear algunas palabras en español, pero su entusiasmo se entendía en las sonrisas con que observaban los altares. También Alba, una turista francesa, intentaba comunicarse mientras señalaba los colores del lugar, acompañada de su esposo, quien saboreaba un dulce típico del Día de Muertos.

