CAMPECHE, CAMP. Ni el más vibrante Carnaval se compara con la explosión de arte y tradición que anoche tomó por asalto las calles del Centro Histórico. Más de 80 campechanos —73 adultos y 15 niños— transformaron su cuerpo en lienzos vivientes durante la primera edición del Concurso de Catrinas, un desfile donde el orgullo, la identidad y el arte se mezclaron con el brillo de una bolsa de 55 mil pesos en premios.
Pero algunos no ganaron dinero, pero sí el reconocimiento del público y la experiencia de ser parte de algo más grande: un desfile donde la creatividad brilló más que los premios. No solo hubo aroma de cempasúchil, también hubo bastante maquillaje, nervios, así como satisfacción.
Entre lentejuelas, plumas y luces led, CAMPECHE HOY durante un recorrido conversó con algunos participantes, eran campechanos que cosieron sueños, pintaron esperanzas y caminaron bajo los reflectores para rendir tributo a los que ya no están.
SUDOR QUE BRILLÓ MÁS QUE EL MAQUILLAJE
Fernanda García Ramos (nro. 45) confesó a CAMPECHE HOY el gran esfuerzo y la inversión que implicó su traje de “muñequita mexicana”, un proyecto que realizó “junto a su familia”. Paola Piña (nro. 54) relató la odisea de confeccionar ella misma su vestido negro y el gigantesco penacho de cempasúchil.
Para otros, como Guillermo Campos (nro. 64), la inversión fue “algo costosa”, pero la meta de dar a conocer su creatividad, con un traje que el mismo creó, fue la verdadera recompensa. Los participantes Francisco Pedraza (nro. 31) y Nicte-ha (nro. 47) también impresionaron con su elegancia e imponentes tocados de flores que brillaban, demostrando que, en esta contienda, la verdadera ganancia es la experiencia y el aplauso del público.
EL TRONO DE LAS CATRINAS
El primer lugar fue para Gary Echeverría (nro. 48), con una creación monumental que mezcló cuerpo, penacho y un maquillaje de calavera que hipnotizaba con pupilentes. Su esfuerzo le valió los 30 mil pesos del premio mayor.
Carolina López (nro. 66) se llevó el segundo lugar y 15 mil pesos, pero también las lágrimas del público al dedicar su triunfo a su abuelita. Su traje en tonos naranja, que se desarmaba ante la vista de todos, fue una pieza técnica que rozó lo teatral. Briana Angélica (nro. 65) completó el podio con un diseño en negro y plumas que deslumbró por su elegancia.
Así, entre aplausos, risas y selfies, Campeche celebró su identidad viva. En cada rostro pintado hubo una historia, en cada flor una memoria. El Día de Muertos se vivió con el corazón en la piel y la tradición convertida en arte.

