HÉCTOR CANTO ENVIADO ESPECIAL
GRUPO CANTÓN
CAMPECHE.- A 85 kilómetros de la capital campechana, en la carretera costera del Golfo que conecta Champotón con Ciudad del Carmen, se encuentra “Playa Alito”, una extensión de 305 mil metros cuadrados de arena blanca, palmeras y mar cristalino, valuada hoy en 450 millones de pesos.
Este paraíso privado, antes conocido como Buena Vista, fue adquirido en 2015 por Alejandro Moreno Cárdenas, líder nacional del PRI, a un precio irrisorio de 33 centavos por metro cuadrado, apenas 100 mil pesos en total.
La compra, realizada a Marcos Antonio Marrufo Alcocer, vinculado al proyecto turístico contiguo AAK-BAL, levanta sospechas sobre los manejos del poder en Campeche.
Un recorrido realizado por Campeche HOY por la antigua carretera Champotón-Sabancuy permitió constatar que una de las entradas al complejo turístico AAK-BAL, donde se dice que Moreno posee un departamento, está en completo abandono.
Los vigilantes del lugar, mencionaron que desde hace cinco meses pasó de ser un espacio turístico a uno privado, negando el acceso al equipo periodístico, confirmando que solo los propietarios de departamentos tienen permitido el ingreso.
La investigación llevó al equipo a recorrer tres kilómetros más allá del complejo, enfrentando maleza y terrenos pantanosos, hasta dar con Playa Alito. En el lugar, aún espacio virgen y sin palapas ni infraestructura recreativa, se encontró un vehículo negro y una persona vigilando la zona.
La playa, rodeada de palmeras y con arena fina, permanece intocada, pero su acceso está restringido, consolidándola como un feudo privado.
En el trayecto por la carretera, se observaron Koatíes, zorros y puercos de monte, especies protegidas que enfrentan amenazas por desarrollos como AAK-BAL. La fauna, junto con la belleza natural del lugar, contrasta con las restricciones impuestas a los habitantes locales.
En la comunidad de Punta Xen, Raúl Lozano, un lugareño, relató cómo, años atrás, un personaje conocido como “El Pipe” vendió hectáreas de playa a un millón de pesos, transformando la zona en un negocio para foráneos.
Recordó también cómo pescadores locales defendieron con firmeza sus terrenos frente a intentos de despojo. Por su parte, Wilberth Manuel, vendedor de cocos en Champotón, expresó su frustración: “Esas playas deberían ser libres para todos. Antes recorría la zona para vender, pero ahora me prohíben el paso porque dicen que son propiedades privadas”.
Su testimonio refleja el sentir de muchos campechanos que ven cómo las costas, antaño accesibles, se convierten en enclaves exclusivos.
