CAMPECHE, CAMP. En medio del vaivén de cascos y risas, un grupo de niños en Campeche encuentra más que diversión, hallan alivio, tranquilidad y una forma distinta de enfrentar la vida. En el Centro de Equino Integral, la equinoterapia y la charrería se han convertido en un puente entre la enfermedad y la esperanza.
Casimiro Morales Ledezma, director de esta escuela única en el estado, explica que cada sesión va más allá del simple contacto con el caballo. “Tenemos un niño con síndrome de Down, otro con cáncer… el lomo del animal los tranquiliza, les transmite calma y, al mismo tiempo, mejora su calidad de vida”, señala.
Actualmente, el centro atiende a unos 30 o 35 niños, distribuidos en distintas etapas de aprendizaje. Sin embargo, reiteró que no se trata de curas milagrosas, sino de un acompañamiento que, según los resultados observados, ayuda a que algunos niños empiecen a hablar o a hacer sonidos por primera vez.
Las niñas se concentran en la escaramuza, mientras que los varones aprenden la charrería tradicional. Cada sesión busca que los pequeños, más allá de aprender destrezas ecuestres, fortalezcan su bienestar físico y emocional.

