CAMPECHE, CAMP. En Campeche, el enemigo no viene disfrazado de pandemia ni de virus importado, está en cada botella con gas y cada jugo artificial que los niños beben todos los días. El último tamizaje del programa “Vida Saludable, Vive Feliz” destapó la realidad que muchos prefieren ignorar, 52 % de los menores evaluados tiene problemas de peso, con 27 % en obesidad y 25 % en sobrepeso.
Las cifras ponen a Campeche en la cima de un ranking nada presumible “primer lugar nacional en consumo de bebidas ultraprocesadas y azucaradas”. La titular de la Secretaria de Salud, Josefa Avendaño, lo resumió sin rodeos. “Son una bomba de tiempo para el cuerpo y la salud de los campechanos”.
El diagnóstico refleja lo que ocurre todos los días en las calles, tienditas y puestos ambulantes que rodean a las escuelas con refrescos, jugos de colores son un tema alarmante. El exceso de azúcar y sodio no es un tema menor. Recordó que durante la pandemia de Covid-19 las enfermedades crónicas fueron las que más complicaron la recuperación de los pacientes.
Hoy, insiste, es tiempo de frenar a los refrescos y enseñar a los niños a elegir agua y a hacer más ejercicio. Pero, además consideró que tanto la SSA como los Ayuntamientos, deben vigilar el comercio afuera de los planteles, sobre todo por la venta de comida chatarra, de refrescos gaseosos y hasta bebidas energizantes; un peligro para deportistas, pero más para menores.
“De nada sirve que en las escuelas se prohíba la venta de comida chatarra si afuera los ambulantes siguen ofreciendo este tipo de productos”, apuntó. “Si no cambiamos ahora, en unos años tendremos generaciones con más complicaciones y menos calidad de vida”, alertó Avendaño.
El reto es colectivo y urgente. Cada refresco que se destapa hoy dibuja un futuro de adultos enfermos desde jóvenes. En Campeche, la verdadera batalla no es contra la comida chatarra en general, sino contra las bebidas azucaradas que se consumen como agua. No es un asunto de campañas ni de slogans, es una cuestión de supervivencia.
