CAMPECHE, CAMP. El próximo 9 de septiembre se cumplirá un año desde que 22 extrabajadores del Ayuntamiento decidieron instalar una carpa frente al palacio municipal para denunciar despidos injustificados. Al día de hoy, quedan 12 de ellos en pie de lucha, con la mirada puesta en el informe de gobierno de la alcaldesa Biby Rabelo el 1 de octubre, donde anuncian un plantón que promete incomodar al escenario naranja.
La protesta comenzó tras lo que llaman “una limpia laboral” emprendida primero por la administración del exalcalde prófugo Eliseo “N” y continuada por la actual presidenta municipal Biby Rabelo. Mientras que las audiencias se ven lentas, pues Eleazar Herrera secretario particular, retrasa las citas al no asistir con excusas o simples ausencias, pues es claro que quieren cansarlos.
Entre los afectados hay historias de décadas de servicio borradas de un plumazo: Heidi Arias, 16 años en Desarrollo Económico; Sirenia Cahuich, 25 años en Administración; Ramiro Flores Carrillo, 22 años como vigilante del mercado; René Arroyo, 10 años en Cultura; Omar Muñoz, 21 años de servicio y Gerardo Borges, con 27 años en el Ayuntamiento.
Los demás que fueron despedidos entre 2020 y 2024, se rolan el turno. Se encuentran Gerónimo Calderón, Nayeli Martínez, Sonia Pinzón, Lidia Chávez y Fernando Betancourt. Los dos trabajadores reinstalados fueron Serapio Pacheco en área de Cultura y Francisco Can Dzib comisionado a un mercadito de San Román.
UN PAVO EN LUGAR DE SOLUCIONES
La única vez que se acercó Biby, ocurrió el 28 de diciembre de 2024. Ellos esperaban diálogo y acuerdos, pero lo que recibieron fue una visita para la foto y una oferta que consideraron insultante: un pavo navideño. “Pensamos que llegaba para devolvernos la dignidad, y solo vino a burlarse”, recuerda Heidi con amargura.
Desde entonces, aseguran, que Rabelo no se ha vuelto a aparecer más que para pasar en su lujosa camioneta, grabarlos, tomar evidencia o enviar inspectores, así como miradas de intimidación y fotografías tomadas por expolicías a sueldo. “Nos asientan la cabeza como diciendo ‘ya verán’”, relata Sirenia, quien confiesa que teme por su vida.
En algunos casos, se ofrecieron reinstalaciones bastante injustas y bajo condiciones que los inconformes consideran una burla. “Querían regresarme sin reconocer mis 22 años, sin prestaciones, sin quincenas caídas. Me dejaban como nuevo, como de contrato”, relata Ramiro Flores.
Por esto, ha sido inevitable el desgaste, pues no todos han logrado resistir, ya que algunos optaron por aceptar dinero a cambio de retirarse, Luis Chab, Francisco Zapata, José Valencia, Carlos Contreras, Patricia Aguirre y Francisca Ventura dejaron la carpa, entre otros.
HAN RESISTIDO DE TODO
La resistencia no ha sido fácil. Han enfermado, como un compañero con complicaciones de diabetes. El frío, el COVID y las lluvias han golpeado fuerte, al grado de obligarlos a cambiar la carpa en varias ocasiones. Pese a todo, se mantienen firmes.
Encima, el hostigamiento por parte de naranjas se ha intensificado. Justo hace 3 semanas, cuando decidieron formar un bazar, pues no cuentan con ninguna entrada de dinero y por su edad ya nadie los quiere contratar. Inspectores han llegado exigiendo permisos para vender.
“No tenemos patrocinio de nadie, son apoyos de nuestras familias y campechanos, pues ni su dichosa Cocina Naranja, que según da ricas albóndigas, nos ha ofrecido un plato”, añade con ironía Doña Heidi.
“A los trabajadores del Ayuntamiento les prohibieron comprarnos, lo hicieron el primer día, pero el secretario particular de Biby, Eleazar Herrera mandó una cadena de mensajes a todos de que no compraran o sino serían despedidos”, comenta Don Ramiro.
RUMBO AL PRIMER INFORME
Con casi un año de resistencia a cuestas, los extrabajadores ya planean su siguiente movimiento: un plantón el próximo 1 de octubre, fecha en que la alcaldesa rendirá su primer informe.
“Es la primera vez en la historia de Campeche que un partido nos da tan fuerte. Ni con el PRI ni con el PRD vivimos algo así”, señalan muy tristes y con un cansancio evidente al seguir de pie.
“Queremos que dé la cara. No nos quitaremos hasta que nos respete. Somos humanos”, sentencian todos, aferrados a la carpa que se ha convertido en símbolo de resistencia, justicia y dignidad frente a un Ayuntamiento que, aseguran, les dio la espalda.

