CAMPECHE, CAMP. Hace dos años, algo inesperado sucedió en Campeche: decenas de miles de flamencos migraron aquí, donde antes solo se veían esporádicamente, dejando atrás su tradicional refugio en Yucatán. 40 mil aves rosadas arribaron para pintar el cielo y las aguas, un indicio claro de que la naturaleza comienza a sanar sus heridas, así como algunos avistamientos de cocodrilos durante este año.
“Nunca habíamos visto una migración tan alta, con hasta 20 mil flamencos llegando de golpe”, comparte Jocelyn Murrieta, titular de la Secretaría de Medio Ambiente, mientras explica que estos milagros naturales son fruto de años de trabajo restaurando hábitats que parecían perdidos.
La tarea no ha sido fácil ni rápida. Desde la construcción de la carretera que afectó gravemente el ecosistema, sumado a los embates de huracanes que azotan la región, el paisaje quedó marcado y cambió para siempre. “No está restaurada al cien por ciento, pero sí está en proceso, y eso ya lo podemos sentir en la pesca, en la limpieza del agua y en la captación de carbono”, explica Murrieta. El agua que antes parecía morir, ahora vuelve a filtrarse limpia, y eso es vida.
Pero la naturaleza no solo trae belleza y esperanza: también nos recuerda que compartimos espacios con criaturas que merecen respeto y cuidado. En el Malecón y otras orillas, los cocodrilos comienzan a reaparecer, desplazándose hacia la ciudad cuando el nivel del agua sube. No son invasores, sino habitantes que reclaman su hogar. “

