CAMPECHE, CAMP. Durante un recorrido por CAMPECHE HOY se evidenció cómo decenas de personas en distintos puntos de la ciudad, buscan entre los desechos su única forma de vida: comida, cartón, plástico o cualquier objeto que les dé para resistir otro día, sin protección y arriesgando la salud.
Entre el olor fétido, el zumbido de las moscas y el calor que azota sin piedad, algunos buscan comida aún en buenas condiciones, otros recolectan lo que si puede reutilizarse para venderlo por unos pocos pesos. La escena se ha vuelto parte del paisaje urbano, pero sigue doliendo a quien la observa de cerca.
Pero este sector olvidado no para, pues haya frio, lluvias o calor, rebuscan entre los desperdicios lo que les permita seguir adelante. Desafortunadamente, el hambre y la necesidad han obligado a muchos a convertir la basura en su sustento. A diario hombres, mujeres y niños, hasta abuelitos, salen con carritos improvisados cargando costales o bolsas para recolectar lo escarbado.
EXPONEN SU VIDA Y SU SALUD
Muchos no tienen ni zapatos, no están protegidos del sol, solo les importa revisar las bolsas que sacan las familias de sus hogares, contenedores viejos, terrenos baldíos o cualquier esquina. Lo más alarmante es que lo hacen sin protección. No hay guantes, botas ni equipo alguno.
Con las manos desnudas, remueven bolsas repletas de restos de comida, animales muertos, vidrios, agujas. Se arriesgan a cortaduras, infecciones, enfermedades gastrointestinales, problemas respiratorios y hasta contagios más graves, pero no tienen alternativa. La pobreza no da margen para elegir.
No se trata solo de personas en situación de calle. Cada vez son más los que, golpeados por la falta de empleo o por crisis familiares, terminan dependiendo de lo que encuentran entre los desperdicios. Muchos antes tenían una fuente de ingresos, otros eran amas de casa o ayudantes en algún comercio; ahora, la vida los empuja a subsistir con lo que puedan rescatar.
