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6 diciembre, 2025

Claudia Sheinbaum

Campeche

DÍA HISTÓRICO PARA PUEBLOS MAYAS

Claudia y Layda, identificadas con las necesidades de los pueblos ancestrales como son los mayas.

Bajo el sol ardiente del sureste mexicano, donde la historia maya respira en cada rincón, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se dirigió con emoción contenida a una multitud que vibraba de esperanza.

En el municipio de Champotón, cuna de la resistencia indígena que hace siglos expulsó a los invasores españoles, se escribió una nueva página en la historia de México.

Por primera vez, desde la Independencia, los pueblos indígenas y afromexicanos reciben recursos directos del presupuesto federal, un parteaguas que marca el corazón de la Cuarta Transformación.

“Es un día muy especial”, comenzó la presidenta, con la voz firme pero cargada de sentimiento, agradeciendo a la gobernadora Layda Sansores, “poeta irredenta” y aliada  en esta cruzada por la justicia social. Frente a una comunidad que la escuchaba con atención, Sheinbaum evocó el legado de Andrés Manuel López Obrador, “el mejor presidente que ha tenido nuestro país”, cuya lucha contra los fraudes electorales culminó en 2018 con un cambio profundo: un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Desde el estrado, envió un saludo cálido hasta Palenque, donde el exmandatario descansa, pero su espíritu transformador sigue vivo.

El eco de sus palabras resonó en Champotón, un lugar donde la memoria de los mayas se entrelaza con la lucha por la dignidad. Durante décadas, desde 1982 hasta 2018, México fue gobernado para unos pocos, “una minoría de la minoría”, dejando al pueblo sumido en la pobreza, la desigualdad y el despojo.

“¿Qué cambió en 2018?”, preguntó retóricamente la presidenta. “Llegó un gobierno que puso en el centro a las mayorías, con una máxima: ‘Por el bien de todos, primero los pobres’”.

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Y los resultados, afirmó, no solo benefician a los más necesitados, sino que han levantado al país entero.

La Cuarta Transformación, explicó Sheinbaum, no es solo un cambio de régimen, sino una revolución pacífica, tan profunda como las tres anteriores: la Independencia, la Reforma de Juárez y la Revolución Mexicana. Pero esta vez, sin violencia, se ha separado el poder económico del político, poniendo al gobierno al servicio del pueblo.

En el centro de esta transformación está el “Humanismo Mexicano”, un pensamiento que descansa en dos pilares: las grandes civilizaciones originarias, como la maya, con su legado en matemáticas, astronomía y organización social, y la historia patria, tejida por héroes y heroínas que forjaron la nación.

El momento más emotivo llegó cuando Sheinbaum habló del reconocimiento histórico a los pueblos indígenas y afromexicanos. Por primera vez, la Constitución, a través del artículo 2º, los reconoce como sujetos de derecho público, con acceso a tierra, agua y recursos.

“2025 quedará grabado en la historia de México”, proclamó, mientras la multitud estallaba en aplausos. Un presupuesto de 13 mil millones de pesos, distribuido en 20 mil asambleas comunitarias, llegará directamente a estas comunidades, respetando sus usos y costumbres.

En un gesto que arrancó sonrisas, destacó que las mujeres, “más honestas y mejores administradoras”, serán las tesoreras de estos recursos, bajo la vigilancia colectiva.

“No es para una persona, no es para una familia, es para la comunidad completa”, enfatizó la presidenta, desmontando el mito de que la corrupción es cultural. “El pueblo de México es honesto, es honrado”, afirmó, desatando un rugido de orgullo entre los presentes.

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