CAMPECHE, CAMP. Hasta el momento, hay seis casos confirmados de sarampión acechando al municipio de Hopelchén. Sin embargo, la titular de la Secretaría de Salud, Josefa Castillo Avendaño, aseguró que el brote está contenido gracias a una estrategia firme de vacunación y vigilancia, pero no se debe bajar la guardia para que la cifra no suba.
“No bajamos la guardia”, dice Castillo, con una mezcla de calma y preocupación. En las calles, la comunidad mantiene la cuarentena, mientras los equipos de salud recorren casas y revisan familiares de los enfermos, buscando cortar de raíz el contagio. La batalla contra el sarampión, una enfermedad que creíamos casi olvidada, está viva, y cada día cuenta.
Este brote, aunque pequeño, es un recordatorio del riesgo latente. La contagiosa enfermedad apareció en una familia que estuvo en contacto con otras, y por eso se activaron los círculos de vigilancia epidemiológica para evitar una escalada. La clave ha sido el bloqueo vacunal: ponerle un muro invisible al virus, inmunizando a quienes podrían ser las próximas víctimas.
En este municipio, la cuarentena no es sólo una palabra: es una realidad palpable. Los niños, en especial, están protegidos con las dosis que frenan el avance de la enfermedad, pero el miedo al aumento de casos se siente en el aire. “Esperamos que la cuarentena y la vacunación sean suficientes para evitar que esto crezca”, comenta la secretaria.
La Secretaría de Salud insiste en que, aunque la cifra sea muy baja, la situación puede cambiar. De ahí la vigilancia continua y la responsabilidad comunitaria. Es un llamado silencioso a no bajar la guardia, a no permitir que el sarampión regrese para hacer daño. La salud pública es un delicado equilibrio, y hoy, Hopelchén es el epicentro de un esfuerzo que debe unir a autoridades y ciudadanos para evitar una crisis mayor.
