CAMPECHE, CAMP. Bajo un cielo abrasador y el canto constante de la selva, Jocelyn Durán, titular del SEMABICCE durante una visita a Acre, Brasil, miró a los ojos a quienes cuidan la selva cada día y dijo sin rodeos y reconoció ante ellos: “Ustedes sí saben cuidar la vida”.
Cuando pisó la selva amazónica en el marco de la 15ª Reunión Anual de la Red Governors’ Climate & Forests Task Force, la titular no solo representó a México. Reconoció, con humildad y admiración, que las verdaderas soluciones para el cambio climático no están en las oficinas de gobierno, sino en las manos callosas de las comunidades que viven, entienden y respetan la tierra que habitan.
Realizó una importante gira por regiones como Capixaba y Xapuri, Durán fue testigo directo del poder de las comunidades en la restauración del bosque, el manejo del fuego, y la construcción de economías sostenibles a través de Sistemas Agroforestales. Lo más importante no fue lo que llevó, sino lo que aprendió: “La suma de voluntades comunitarias es lo que hace posible conservar la naturaleza mientras se construye bienestar social”.
OBSERVÓ Y ESCUCHÓ
Esta vez, la titular no estuvo en una silla, sino caminando, observando, escuchando. En Capixaba, recorrió viveros donde mujeres y jóvenes cultivan árboles nativos con la esperanza de restaurar un ecosistema herido.
En Xapuri, se detuvo frente a la casa de Chico Mendes —símbolo mundial de la defensa ambiental— y entendió que proteger los bosques es también honrar la memoria de quienes han dado la vida por ellos.
Delegaciones de todo el mundo acudieron, pero pocos bajaron al nivel del suelo como lo hizo la comitiva mexicana encabezada por SEMABICCE. Durán lo entendió, lo reconoció públicamente y prometió llevar esa lección de vuelta a casa: el desarrollo sostenible solo es real si es con la gente, y con profundo respeto por la tierra.
Al final, la funcionaria, manifestó que regresó al estado con una lección que no cabe en un informe: la conservación ambiental no puede hacerse sin las personas que habitan los territorios. No basta con leyes y políticas públicas; hace falta voluntad, escucha, inversión comunitaria y, sobre todo, confianza en el saber colectivo.
