CAMPECHE, CAMP. Isla Arena, un rincón de Campeche donde el mangle ha vuelto a cobrar vida gracias a las manos de 80 mujeres y 20 hombres que día tras día plantan raíces, literalmente, para el futuro.
En 60 hectáreas de tierra salobre, estas 100 personas de Isla Arena y Tankuché trabajan sin descanso para reforestar con 30 mil plantas de mangle, en un esfuerzo comunitario que representa mucho más que un proyecto ambiental: es un compromiso de vida.
Ante esto, la Secretaría de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambio Climático y Energía (Semabicce), desde Calkiní, la fuerza de esta comunidad no solo ayuda a devolver el verdor a la costa, sino que también preserva la esencia misma de su entorno y su forma de vivir, sin perturbar la naturaleza, sino conviviendo con ella.
Esta iniciativa, parte de una serie de proyectos de restauración en Campeche, revela que la recuperación de los manglares no es un trabajo lejano o exclusivo de expertos: son ellos, los habitantes, quienes están en la primera línea, sembrando esperanza en cada brote. El cuidado de estos ecosistemas no solo protege la biodiversidad, sino que también fortalece el tejido social, generando un sentido de pertenencia y responsabilidad.
Las comunidades de Isla Arena y Tankuché saben que cada planta es una barrera natural contra las tormentas, un refugio para la fauna y un legado para las próximas generaciones. Con la ayuda y respaldo de programas estatales y organizaciones internacionales, este esfuerzo local se consolida como un ejemplo de cómo la reforestación puede ser un acto colectivo, donde la naturaleza y la gente crecen juntas, sin que nadie interrumpa el equilibrio ni el ritmo natural de la selva costera.
