CDMX- . El 8 de mayo de 2025, la tradicional fumata blanca emergió de la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que el cónclave había elegido a un nuevo líder espiritual para los más de mil 400 millones de católicos: el cardenal Robert Prevost, quien asumió el nombre de León XIV. Su elección fue recibida con entusiasmo por sectores del Vaticano y medios internacionales, subrayando su origen estadounidense como una señal de apertura hacia una Iglesia más global.
Pero el júbilo inicial no tardó en diluirse entre denuncias no resueltas. La trayectoria de Prevost, especialmente su paso por la diócesis de Chiclayo en Perú y su vinculación con la Arquidiócesis de Chicago, ha sido señalada por sobrevivientes y organizaciones como SNAP (Red de Sobrevivientes de los Abusos de Sacerdotes) como ejemplo de omisión y encubrimiento en casos de abuso sexual clerical.
Robert Prevost ha hecho historia como el primer Papa de Estados Unidos, pero su legado está lejos de definirse. Por ahora, las víctimas esperan respuestas. Y el mundo, atento, observa si León XIV será el líder que sane las heridas o el símbolo de una oportunidad perdida para una Iglesia que aún lucha por redimir su pasado.
HERIDAS ABIERTAS DE CHICLAYO
Entre 2006 y 2010, Robert Prevost fungió como obispo de la diócesis de Chiclayo, en la costa norte del Perú. En 2022, tres hermanas religiosas denunciaron públicamente haber sido víctimas de abuso sexual por parte de los sacerdotes Eleuterio Vásquez Gonzáles y Ricardo Yesquén durante ese periodo. Según las víctimas, Prevost nunca abrió una investigación seria ni les brindó apoyo.
Aunque la diócesis de Chiclayo respondió argumentando que los sacerdotes fueron suspendidos y que los casos fueron remitidos al Vaticano, las denunciantes presentaron pruebas de que Vásquez continuó celebrando misas incluso después de la supuesta suspensión.
El testimonio de las religiosas y documentos entregados a medios internacionales como “The Jerusalem Post” sembraron dudas sobre la real voluntad del entonces obispo de enfrentar con firmeza estos abusos.
Una de las víctimas, bajo anonimato, declaró: “Esperábamos que nos protegiera. En cambio, sentimos el peso del silencio institucional. Nos abandonaron.”
CASO SILENCIADO EN CHICAGO
Antes de su labor pastoral en Perú, Prevost tuvo una posición de liderazgo dentro de la orden agustiniana en Chicago. Entre 1999 y 2001, habría permitido que el sacerdote Richard McGrath, acusado de abuso sexual y posesión de pornografía infantil, viviera cerca de una escuela sin que se notificara a los padres o autoridades civiles.
