CAMPECHE, CAMP. El dragado terminó, los bordos se reforzaron y los paliceños ya respiran un poco más tranquilos… pero aún no duermen del todo. A las orillas del río Palizada, donde el agua y la vida conviven tan de cerca que a veces se confunden, la comunidad vive ahora a la espera de que la temporada de lluvias no vuelva a cobrarles la factura que tantos años han pagado.
Los trabajos de limpieza del cauce no son poca cosa, pues además la Comisión Nacional del Agua (Conagua) aseguró que los bordos del río fueron reforzados como parte de la estrategia para proteger al pueblo de nuevas inundaciones. Pero hay algo que ni máquinas ni concreto pueden garantizar: que la naturaleza esté de buen humor.
Y es que el pueblo de Palizada ya conoce de sobra lo que es ver su vida flotando, literalmente. Por eso, el dragado del río fue recibido como un gesto de esperanza, casi como un acto de justicia natural. Sin embargo, también se espera la colaboración de la población para evitar tirar basura al río, lo que traería consecuencias.
Este año, la esperanza se mezcla con el temor. Porque, aunque el trabajo está hecho, el clima tiene la última palabra. Las familias paliceñas confían en que las lluvias se porten bien y que el afluente, por fin, entienda que no tiene por qué cruzar los límites de la convivencia pacífica.
