MÉXICO- En el corazón de México, los corridos han resonado por más de un siglo como la voz del pueblo, narrando desde los heroicos episodios de la Revolución hasta las tragedias que han marcado la vida cotidiana.
Este género, arraigado en la tradición, han sido un espejo de la realidad social. Sin embargo, desde que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la “guerra contra el narcotráfico” en 2006, estas piezas musicales tomaron un giro oscuro, dando paso al auge de los narcocorridos y, más recientemente, a los controvertidos corridos bélicos.
Con la estrategia militar de Calderón Hinojosa, que buscaba desmantelar los cárteles de la droga, México se sumergió en una espiral de violencia que dejó más de 400 mil muertos y decenas de miles de desaparecidos, según datos oficiales.
En este contexto, los narcocorridos encontraron terreno fértil. Estas canciones, que glorifican la vida de los capos, sus lujos y sus enfrentamientos, se convirtieron en una crónica musical de la guerra. Letras cargadas de referencias a armas, camionetas blindadas y traiciones resonaron en las calles, bares y plataformas digitales.
El fenómeno se transformó con el tiempo. Influenciados por géneros urbanos como el hip-hop, el trap y el reguetón, artistas como Peso Pluma, Natanael Cano y Luis R. Conríquez han llevado los narcocorridos a una nueva dimensión. Sus corridos bélicos, con ritmos pegajosos y producciones sofisticadas, dominan las listas de reproducción en Spotify y YouTube, conquistando a millones de jóvenes en México y más allá.
Pero este auge ha encendido un debate candente: Una peligrosa glorificación de la narcocultura que alimenta la violencia.
Cabe destacar que, aunque algunos estados han realizado algunas prohibiciones, sin una ley federal, las sanciones varían: multas de hasta un millón de pesos, suspensión de eventos o hasta un año de prisión en algunos casos.
Por su parte, la presidenta Sheinbaum, rechaza prohibir géneros, pero aboga por letras que no exalten la violencia.
LA GOTA QUE DERRAMÓ EL VASO
El 29 de marzo de 2025, un concierto de “Los Alegres del Barranco en Guadalajara” desató una tormenta al proyectar imágenes de Nemesio Oseguera, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Días después, el 11 de abril, la Feria del Caballo en Texcoco terminó en caos cuando Luis R. Conríquez, acatando una prohibición estatal, se negó a cantar corridos bélicos, provocando destrozos y agresiones.
Estos incidentes han polarizado a la sociedad: para unos, los corridos son un retrato de la vida; para otros, una apología del crimen que mancha la cultura mexicana.
