CDMX – En las calles de México, la Semana Santa despierta un fervor que trasciende generaciones. Miles recorren procesiones, cargan cruces y reviven el Viacrucis con una devoción que une comunidades. Cada paso en el camino de la Pasión es un acto de fe, un ritual que conecta el alma con lo trascendente.
Pero, al margen de esta marea de espiritualidad, otro viacrucis se desarrolla en silencio: el de los candidatos al Poder Judicial, quienes, a 40 días de la elección del 1 de junio de 2025, enfrentan un calvario electoral marcado por la apatía, la confusión y el desafío de hacer que los ciudadanos crean en un proceso tan desconocido como complejo.
VIACRUCIS DE LA FE Y EL VOTO
El Viacrucis de Semana Santa es un recorrido de estaciones, cada una con su peso simbólico: la condena de Jesús, la carga de la cruz, las caídas, el encuentro con María.
Para los fieles, cada etapa es clara, el propósito evidente: renovar la fe. En contraste, el camino de la elección judicial es un laberinto de boletas, cargos y reglas que pocos entienden. Aspirantes a jueces, magistrados electorales, magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) recorren su propio vía dolorosa, pero no cargan una cruz de madera, sino el peso de la indiferencia ciudadana.
En las plazas y mercados, donde las imágenes de Cristo y la Virgen convocan multitudes, la elección judicial apenas encuentra eco. “¿Votar por jueces? No sé ni de qué se trata”, admite Juan Morales, un comerciante de 45 años en el centro de Campeche, mientras prepara su puesto para la procesión del Viernes Santo. Su desconcierto es compartido por millones.
Según organizadores electorales, la mayoría de los votantes ignora qué implica este proceso histórico, el primero en el que México elegirá a sus autoridades judiciales por voto popular. Aunque saben que deben acudir a las urnas, el cómo, el porqué y el para qué permanecen en la penumbra.
ESTACIONES DE LA CONFUSIÓN
Si el Viacrucis tiene 14 estaciones, la elección judicial parece tener incontables obstáculos. Los organizadores enfrentan una tarea titánica: explicar un sistema de votación con múltiples boletas, cada una correspondiente a distintos cargos judiciales.
En los estados donde también se elegirán autoridades municipales, como Campeche y Quintana Roo, la complejidad se multiplica. “Son demasiadas boletas, es un enredo”, se queja Rosa Hernández, una ama de casa de Mérida, quien duda en acudir a votar. Otros, como Miguel López, un taxista de Chetumal, expresan desgano: “Ni sé quiénes son los candidatos ni qué van a hacer. Mejor me quedo en casa”.
La apatía no es solo un problema logístico; es un reflejo de una democracia mexicana que, salvo en elecciones presidenciales, lucha por movilizar a sus ciudadanos.
En 2024, la contienda presidencial atrajo al 61% de los votantes, una cifra respetable pero lejos del 77% de 1994, cuando la incertidumbre tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el levantamiento del EZLN llevaron a las urnas a una nación en vilo. En elecciones intermedias o locales, la participación suele desplomarse, y las proyecciones para el 1 de junio son desalentadoras: apenas entre el 10% y el 20% de los electores podrían votar, un número que amenaza con convertir esta elección pionera en un ejercicio vacío.
CANDIDATOS: APÓSTOLES EN BUSCA DE CREYENTES
Mientras los fieles de Semana Santa encuentran inspiración en los santos y mártires, los candidatos al Poder Judicial son, para muchos, figuras anónimas. Sus rostros no adornan altares ni sus nombres resuenan en las calles.
Aspirantes a jueces y magistrados recorren el país en campañas discretas, intentando conectar con un electorado que apenas los registra. “Es como predicar en el desierto”, admite un candidato a magistrado electoral, quien pidió anonimato. “La gente no sabe qué hacemos ni por qué es importante. Nos toca convencerlos en muy poco tiempo”.
A diferencia de los políticos tradicionales, cuya maquinaria electoral incluye mítines y promesas, los candidatos judiciales enfrentan restricciones éticas y legales que limitan su exposición.
