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14 junio, 2025

SEMANA SANTA

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LA LUNA: RELOJ CELESTE QUE MARCA SEMANA SANTA

MÉXICO. Cada año, la pregunta resuena en hogares, oficinas y escuelas: ¿cuándo caerá la Semana Santa? Unas veces en marzo, otras en abril, su fecha parece danzar en el calendario, desafiando la fijeza de celebraciones como la Navidad. La respuesta, lejos de ser un misterio eclesiástico, está escrita en el cielo. “La Pascua se fija con la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera”, explica el astrónomo del Instituto de Astronomía de la UNAM, Daniel Flores, a CAMPECHE HOY.

Este fenómeno, que une ciclos lunares y solares, no solo define una de las festividades más importantes del cristianismo, sino que revela una fascinación universal por la Luna que trasciende culturas y épocas. La relación entre la humanidad y la Luna es tan antigua como nuestra necesidad de medir el tiempo. “Desde siempre hemos querido entender el movimiento de los astros y usarlos para ordenar nuestras vidas.

¿Cómo no hacerlo con la Luna, visible de día y de noche?”, reflexiona Flores. No es un fenómeno exclusivo de Occidente: el Año Nuevo chino comienza en el segundo novilunio tras el solsticio de invierno, mientras que el Ramadán se inicia con la Luna creciente al cierre del mes de Sha’bán. “Si algo nos une como humanidad, sin importar fronteras, es nuestra fascinación por el cielo”, asegura el académico.

Para quienes buscan anticipar la Semana Santa sin esperar anuncios oficiales, Flores ofrece una fórmula sencilla: “Ubica el equinoccio de primavera, entre el 19 y el 21 de marzo en el hemisferio norte; luego, busca la primera Luna llena; el domingo siguiente será el de Pascua”.

Este cálculo, que parece sacado de un almanaque antiguo, es solo una muestra de cómo la Luna sigue marcando el ritmo de nuestras vidas, incluso en un mundo dominado por el calendario solar de 365 días.

“Antes, el Sol y la Luna eran igual de importantes para medir el tiempo. Aunque hoy seguimos un calendario solar, la Luna no ha desaparecido: la semana de siete días, que coincide con las fases lunares, es una herencia suya”, explica el responsable del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional.

LA LUNA EN LA TIERRA 

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Más allá de los almanaques, la influencia lunar pervive en prácticas cotidianas, especialmente en el campo. “Los agricultores saben que la Luna indica cuándo sembrar o cosechar; los leñadores, cuándo cortar un árbol; los pescadores, cuándo salir al mar”, detalla Flores. Estas tradiciones, que podrían parecer lejanas en las ciudades, son un recordatorio de que el satélite sigue siendo un faro para quienes viven en sintonía con la naturaleza.

Pero la Luna no solo guía labores terrenales; también inspira sueños colectivos. Flores aún recuerda la noche del 20 de julio de 1969, cuando él y su comunidad se reunieron frente a un televisor en blanco y negro para ver el alunizaje del Apolo 11. “Fue un momento de unión. Familia, amigos, vecinos… todos queríamos ser parte de esa hazaña”, relata. Aquel paso de Neil Armstrong no solo marcó un hito científico, sino que encendió una chispa en la imaginación global: “La humanidad se prometió llegar más lejos, a Marte, y no con máquinas, sino en persona. Ese sueño está cerca de cumplirse”.

UN SATÉLITE QUE DETIENE EL TIEMPO

La Luna tiene una habilidad única para hacer que el mundo pause y mire al cielo. Flores evoca otro momento imborrable: el eclipse total de Sol del 11 de julio de 1991 en México. “Por siete minutos, todo se detuvo. La gente salió de casas y oficinas para contemplar el fenómeno. Fue como si la Luna nos obligara a reconectar con el universo”.

Como arqueoastrónomo, Flores ha estudiado cómo las culturas prehispánicas, como la mexica, también vivían atentas al satélite. No en vano, México deriva su nombre del náhuatl Mēxihco, que significa “en el ombligo de la Luna”. “Aquí siempre hemos estado ligados a ella, en nuestros mitos, costumbres y en la forma en que entendemos el mundo”, afirma.

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