CAMPECHE, CAMP. El aire en Campeche se siente diferente estos días. Hay una mezcla de gratitud, nostalgia y expectativa mientras Monseñor José Francisco González González, se prepara para dejar atrás casi una década de servicio pastoral. Su nombramiento como Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, no solo marca el inicio de una nueva misión, sino también el final de una era para los fieles campechanos.
Desde que se anunció su traslado, la vida de Monseñor González ha sido un torbellino de emociones y preparativos. Actualmente, se encuentra en Cancún y viajará a otras partes, participando en un retiro espiritual con otros obispos de diferentes regiones.
Este encuentro, que comenzó ayer y se extenderá toda la semana, es solo el primer paso en su proceso de transición. “El obispo necesita este tiempo para reflexionar y prepararse espiritualmente antes de asumir su nuevo cargo”, explicó Luis Ángel Mendoza Pérez, vocero de la Diócesis.
UNA CASA QUE SE VACÍA, UN CORAZÓN QUE SE LLENA
Mientras tanto, en Campeche, la casa episcopal se está quedando vacía. Monseñor González ha comenzado a empacar sus pertenencias, guardando libros, recuerdos y objetos que han sido parte de su vida diaria durante años. Cada caja cerrada es un símbolo de lo que se deja atrás y de lo que está por venir.
“Es un proceso difícil, no solo por lo físico, sino por lo emocional. Esta casa ha sido su hogar, y desprenderse de ella no es fácil”, compartió Mendoza. El obispo también ha tenido que cancelar o posponer compromisos en su agenda. “Ahora es casi imposible contactarlo o concretar una reunión con él. Está enfocado en su mudanza, en despedirse de lo que ha sido su vida aquí y en prepararse para lo que viene”, agregó el vocero.
UN RETIRO PARA EL ALMA
En los próximos días, Monseñor González se tomará una semana para realizar ejercicios espirituales en una casa de retiro, lejos de Campeche.
