CAMPECHE, CAMP. En una escena que daña terriblemente el medio ambiente, inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) dieron aconocer que irrumpieron en el corazón de la selva campechana para detener una de las mayores amenazas que enfrenta la región: la deforestación ilegal.
Los días 2 y 3 de marzo, durante una inspección sorpresa en el ejido Bolonchén Ticul, dentro del Área Natural Protegida Balam La Profepa llegó al lugar tras recibir denuncias sobre actividades sospechosas en la zona. Lo que encontraron fue un escenario de devastación: árboles centenarios derribados, tierras desmontadas y un paisaje que, de verde exuberante, pasó a ser un páramo de tierra y Kú, descubrieron un panorama desolador: 36 hectáreas de vegetación forestal arrasadas, maquinaria pesada en plena operación y un grupo de personas que, sin miramientos, destruían uno de los pulmones naturales más importantes del sureste mexicano.
