MÉXICO. – Donald Trump vuelve a jugar su carta favorita: la amenaza arancelaria como herramienta de presión política. Esta vez, el presidente de Estados Unidos anunció que los aranceles del 25% a México y Canadá no entrarán en vigor el 4 de marzo, sino el 2 de abril. Sin embargo, la verdadera pregunta no es cuándo se aplicarán, sino si realmente ocurrirán o si se trata de otra estrategia de intimidación disfrazada de política comercial.
El estadounidense, insiste en vincular esta medida con el tráfico de fentanilo, responsabilizando a México y Canadá del problema sin asumir el fracaso interno de su país para combatir la crisis de opioides. En su narrativa, los aranceles no solo castigan a los países vecinos, sino que se presentan como una solución milagrosa para frenar un problema de salud pública que Estados Unidos no ha sabido controlar.
DOBLE JUEGO DE TRUMP
El anuncio de Trump es, en esencia, un chantaje. Por un lado, da 30 días adicionales para que México y Canadá demuestren avances en el combate al tráfico de drogas, sugiriendo que los aranceles podrían evitarse si logran “satisfacer” sus exigencias.
Por otro, deja abierta la posibilidad de que estas sanciones se conviertan en un arancel recíproco más amplio, desarrollado por el secretario de Comercio, Howard Lutnick, lo que añade incertidumbre al panorama económico.
Esta táctica ya la hemos visto antes. Durante su primer mandato, Trump amenazó con aplicar aranceles si México no reforzaba las medidas de contención migratoria. El gobierno mexicano cedió, desplegó la Guardia Nacional en sus fronteras y logró frenar la embestida comercial. Hoy, la historia se repite, pero con un nuevo pretexto.
MÉXICO EN LA MIRA
Aunque algunos analistas consideran que el arancel del 25% nunca se materializará, la incertidumbre generada ya está afectando a los mercados y a sectores clave, como el automotriz. De aplicarse, este impuesto sería un golpe letal para las exportaciones mexicanas, que dependen en gran medida del mercado estadounidense.
