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10 mayo, 2025

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Donald, víctima de su necedad

MÉXICO- Donald Trump vuelve a jugar con los aranceles como si fueran fichas de casino, anunciando, pausando y modificando sus decisiones sin más estrategia que su habitual bravuconería populista. En esta ocasión, ha optado por suspender temporalmente los aranceles al aluminio y al acero contra México, luego de que su propia medida generara inflación en Estados Unidos. Ironía pura: el autoproclamado defensor de la economía estadounidense terminó perjudicando a los propios consumidores de su país.

Mientras Trump se aferra a su política proteccionista, los estadounidenses comienzan a preocuparse por el costo real de las ocurrencias de su presidente. No
es la primera vez que sus amenazas económicas se vuelven un búmeran que golpea a la propia nación que dice proteger. Desde su llegada a la Casa Blanca, ha usado los aranceles como una herramienta de chantaje contra otras economías, sin tomar en cuenta que las represalias de sus socios comerciales y el encarecimiento de productos terminan afectando directamente a las familias estadounidenses.

En este contexto, resulta aún más revelador el reciente informe presentado en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en el que se reporta una disminución en la delincuencia en México. Esta noticia dejó mal parado al gobierno estadounidense, que ha utilizado el discurso de la inseguridad para justificar sus políticas migratorias y comerciales. La retórica de Trump se desmorona cada vez que la realidad lo contradice.

Incluso dentro de su propio equipo hay señales de titubeo.

Peter Navarro, asesor de Comercio y Manufactura de Estados Unidos, ha admitido que los aranceles recíprocos que Trump prometió aún no tienen fecha definida. A pesar de la insistencia del republicano en que su país debe recibir un trato “justo” en el comercio internacional, lo cierto es que estas medidas proteccionistas han generado incertidumbre económica y conflictos con aliados estratégicos.

La historia reciente nos demuestra que los aranceles unilaterales no son la solución a los problemas comerciales de una nación. El pasado 7 de febrero, Trump declaró que esta semana anunciaría nuevos aranceles recíprocos, una promesa que sigue en el aire. Su insistencia en hacer de la economía un juego de suma cero –donde sólo Estados Unidos puede ganar a costa de los demás– es una estrategia que no ha dado resultados. El proteccionismo exacerbado no solo afecta las relaciones comerciales, sino que también encarece bienes y afecta la competitividad de la industria estadounidense.

El caso de los aranceles a México y Canadá es un claro ejemplo de su improvisación. Primero anunció un gravamen del 25% sobre el acero y el aluminio, con fecha de aplicación para el 4 de febrero. Luego, en un giro repentino, pospuso su implementación un mes tras negociar un mayor control fronterizo.

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