CAMPECHE, CAMP. La bulliciosa mañana de este 28 de octubre, el Mercado Pedro Sainz de Baranda mostró una cara diferente al transformarse en un vibrante mosaico de colores y aromas que anticipan la llegada del Día de Muertos, ello por iniciativa de los locatarios que incluso las mesas ya están adornadas con flores de cempasúchil, calaveritas de azúcar.
Los comerciantes en el lugar con su tradicional “¡pásele marchante!”, “¡qué va a llevar güero!” exponen sus productos con la esperanza de tener buenas ventas, pero de la misma forma esperan que lleguen los “difuntos” a partir de este jueves por la noche.
Exhibidos al público hay desde los tradicionales panes de muerto, que brillan dorados y espolvoreados con azúcar, hasta los antojitos que prometen un buen recibimiento para los espíritus de los campechanos que los esperan con ansias, cada puesto cuenta una historia.
“Vender estos panes es una forma de recordar a nuestros seres queridos”, comentó Doña Guadalupe Valencia, una vendedora que ha visto pasar generaciones en el mercado, su voz, que irradia nostalgia, esperanza y cariño, sonó en la explanada de la principal central de abastos capitalina.
Los campechanos en el lugar, cargados de esperanza y de listados de sus recetas familiares, recorren los pasillos, mientras eligen cuidadosamente cada ingrediente que formará parte de la ofrenda.
La combinación de sabores que va desde el mole hasta los tamales de carne molida, sin dejar de lado el ya tradicional y esperado pibipollo, se convierte en un ritual que va más allá de la simple alimentación, es una forma de mantener viva la memoria de aquellos que ya no están.
Los niños, emocionados, corren entre los colores y eligen los dulces que ellos mismos colocarán en la ofrenda. Inclusive con el atardecer, las luces del mercado brillan con más intensidad, las tonalidades naranjas son presentes en cada rincón, cada aroma y cada color parecen susurrar el llamado a los difuntos, guiándolos de regreso a sus hogares, donde las ofrendas los esperan con amor y esperanza.