MÉXICO.- En el contexto del Día de la Hispanidad, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo reafirmó un mensaje contundente y lleno de orgullo sobre la verdadera grandeza de México: sus
pueblos originarios. Desde la explanada del Palacio Municipal de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, Sheinbaum recalcó que la historia de América no comenzó con la llegada de Cristóbal Colón, sino mucho antes, con las grandes culturas que ya existían en este continente. Su declaración resuena como un eco de dignidad histórica y justicia cultural, en línea con el camino trazado por el presidente López Obrador al exigir a la Corona española una disculpa por las atrocidades cometidas durante la conquista.
“América ya tenía grandes culturas”, señaló Sheinbaum, rechazando la narrativa de un “descubrimiento” que por siglos ha borrado las aportaciones de los pueblos originarios. Esta visión reivindica a las culturas prehispánicas, posicionando su legado como la fuente misma de la identidad nacional. En este acto, no solo se celebró un programa de apoyo a las mujeres de entre 60 y 64 años, sino que se lanzó un poderoso recordatorio sobre la deuda histórica que aún tiene México con sus comunidades indígenas. La presidenta, con firmeza, subrayó que gracias a las reformas impulsadas, los pueblos y comunidades indígenas ahora son reconocidos en la Constitución como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio.
Con la imponente figura de Nezahualcóyotl como testigo, Sheinbaum resaltó la profunda herencia cultural que enriquece al México moderno. Su discurso no fue solo una celebración del pasado, sino también una promesa para el futuro: “Nunca me voy a alejar, siempre voy a estar cerca del pueblo”, afirmó con convicción. En sus palabras, se percibe el compromiso inquebrantable con los principios de la Cuarta Transformación, que busca construir un país más justo y equitativo, honrando las raíces históricas de México.
Este evento, además, se enmarca en la conmemoración de los 200 años de la primera Constitución de México, un hito que refuerza el sentido de continuidad histórica que Sheinbaum reivindica: un México que, desde antes de la conquista, ha sido cuna de civilizaciones asombrosas. La presidenta, con este discurso, no solo se comprometió a seguir los ideales de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo, sino que también se presentó como una heredera de esa gran historia, dispuesta a continuar la lucha por la dignidad de los pueblos originarios.
Es claro que Claudia Sheinbaum no solo es una figura política en el presente, sino una líder que busca cimentar su legado en el reconocimiento y la reivindicación de las raíces de México.
