MÉXICO- Bajo el cielo nublado de una Ciudad de México que parecía compartir el pesar de sus habitantes, Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer presidenta de México, acudió a despedir a Ifigenia Martínez, la mujer que, a lo largo de casi un siglo, fue pionera en tantas luchas.
“Fue la primera en muchas cosas”, dijo Sheinbaum Pardo al llegar a la casa funeraria en la colonia Del Valle, donde reposaban los restos de Ifigenia.
Con voz serena, pero entrecortada, recordó el momento en que votó por ella el 2 de junio para presidir la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, un puesto que, aunque llegó en su vejez, Ifigenia aceptó con la ilusión de una joven militante.
“Ella ya mayor, pero tenía mucha ilusión de estar ahí el primero de octubre… es un recuerdo muy hermoso. Hasta siempre, Ifigenia”, concluyó la presidenta, visiblemente conmovida.
Claudia Sheinbaum compartió que, a lo largo de su vida, había tenido la oportunidad de conversar en muchas ocasiones con la emblemática legisladora. Ahora, solo le quedaba acompañar a su familia en su duelo y ofrecer su pésame, particularmente a sus nietos, Antonio y Rodrigo Rojas, quienes estuvieron a su lado en sus últimos momentos.
Antonio y Rodrigo, con rostros serenos y palabras de orgullo, aseguraron que su abuela partió en paz, en su hogar, con la satisfacción de haber cumplido uno de sus mayores sueños: colocar la banda presidencial a la primera mujer presidenta de México.
“La misión del 1 de octubre fue la mejor medicina”, dijeron, recordando con ternura cómo presidir esa ceremonia fue lo que la mantuvo fuerte, a pesar del deterioro de su salud.
