MÉXICO- La propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de realizar elecciones abiertas para elegir a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial es un paso crucial hacia una justicia más justa y transparente. Esta reforma busca arrancar de raíz los vicios que durante años han plagado el sistema judicial mexicano: influyentismo, corrupción, discriminación y favoritismos. La idea de que el pueblo elija a quienes imparten justicia es no solo innovadora, sino también profundamente democrática.
El financiamiento para estas elecciones, como señaló el mandatario, provendría de los 20 mil millones de pesos en fideicomisos del propio Poder Judicial, asegurando que los recursos necesarios ya están disponibles, sin representar un gasto extra para el país.
Esta medida no solo es viable económicamente, sino que también elimina la posibilidad de que una élite judicial perpetúe su control sin rendir cuentas al pueblo.
La transformación del Poder Judicial no es un capricho ni un simple ajuste. Se trata de una “sacudida” a un sistema que, en muchos casos, ha sido opaco y cómplice de los poderosos. Esta reforma pretende acabar con prácticas como el tráfico de influencias, reuniones secretas y despachos especializados en manipular la ley para sus propios intereses.
El presidente ha subrayado que la elección de jueces y magistrados deberá realizarse con plena transparencia, acompañada de una campaña informativa para que la ciudadanía pueda votar libremente y con conocimiento. El objetivo es claro: tener jueces íntegros, incorruptibles, que representen verdaderamente los valores de justicia que México necesita.
Además, el reciente debate sobre la jubilación anticipada y con altos beneficios de los trabajadores del Poder Judicial pone de manifiesto la urgencia de esta reforma. Mientras algunos sectores parecen beneficiarse de privilegios, la mayoría de los mexicanos sigue sufriendo un sistema judicial que no responde a sus necesidades.