NACIONAL.- En 2019, cuando Andrés Manuel López Obrador lanzó su ambiciosa apuesta energética con la Refinería Olmeca en Dos Bocas, el tranquilo municipio de Paraíso, Tabasco, despertó de su letargo. Lo que durante años fue una región aislada y rezagada, pasó a ser el corazón de uno de los proyectos más emblemáticos de la administración de AMLO.
Este megaproyecto no solo redefinió la geografía económica de Tabasco, sino que también trazó las líneas de una nueva realidad: crecimiento económico a pasos agigantados, pero con efectos secundarios que pocos previeron.
La Refinería Olmeca, con una inversión multimillonaria que superó los 18 mil millones de dólares, trajo consigo una explosión de empleos formales. Tabasco, históricamente ubicado en los últimos lugares en generación de empleo, experimentó un renacer.
Entre 2019 y 2023, se crearon 71 mil 456 empleos formales, con 46 mil vinculados directamente al sector de la construcción, gracias a Dos Bocas. Paraíso, en particular, dejó de ser una pequeña localidad para convertirse en un hervidero de actividad industrial.
El municipio pasó de ser una zona costera tranquila a un centro neurálgico de la industria energética. Durante los años de construcción, 25 mil trabajadores llegaron a la región, provocando un crecimiento económico sin precedentes. El salario promedio en Paraíso se disparó a 543.92 pesos diarios, un nivel muy superior al salario mínimo nacional.
Las familias locales, que por años habían enfrentado la pobreza, vieron un incremento en su poder adquisitivo. Tabasco, en su conjunto, creció 24.3 por ciento en términos económicos, convirtiéndose en el estado con el mayor crecimiento del país.
EL OTRO LADO DEL AUGE
Sin embargo, como en toda historia de transformación, el ‘boom’ económico trajo consigo desafíos que rápidamente comenzaron a manifestarse. Los precios de alquiler se dispararon en Paraíso, y el costo de los alimentos siguió la misma tendencia.
Comerciantes, pequeños empresarios y el sector inmobiliario vieron un crecimiento desbordado, pero el aumento en la demanda de servicios también generó saturación en las calles y en la infraestructura local.
El embrollo fue evidente en el transporte y las vías principales. La llegada de miles de trabajadores desbordó las capacidades del municipio, provocando un aumento en los accidentes viales y en la demanda de atención hospitalaria.
Las carreteras que antes eran suficientes para una población pequeña, ahora se encontraban congestionadas, con largas filas de vehículos y rutas saturadas. El sistema de transporte público no pudo hacer frente a la avalancha de trabajadores, generando quejas y caos cotidiano.
Este panorama de desconcierto social planteó preguntas sobre la sostenibilidad del crecimiento en Paraíso. La riqueza, aunque visible, llegó acompañada de tensiones sociales que hicieron evidente la necesidad de una planeación más estructurada. El impacto de Dos Bocas no solo se midió en términos de inversión y empleo, sino también en el tejido social de la región.
PREOCUPACIÓN PALPABLE
El mayor reto para Paraíso, y para Tabasco en general, será sostener el desarrollo económico una vez que la construcción de la refinería concluya. La preocupación entre los habitantes es palpable. Se estima que, tras la finalización del proyecto, solo 5 mil empleos permanentes quedarán, en su mayoría para personal técnico de Pemex y especialistas en energía.
Esto podría significar que la bonanza económica, al igual que el auge inmobiliario, se disipe y el desempleo vuelva a golpear la región.